Hace algún tiempo, en el año 2.000, se subastaron en Sotheby's algunos pelos de la cabeza de Ludwig van Beethoven. Los pelos estaban perfectamente identificados y sirvieron para determinar que el genial compositor pudo ser envenenado.
Pero lo mejor es lo que contaba un experto en la vida de Beethoven:
Al parecer, durante su entierro, al que acudió una marabunta de gente, los invitados que iban pasando por delante del féretro aprovechaban para arrancarle unos pelitos al cuerpo del genio para conservarlos como fetiche. Fueron tantos, que cuando le enterraron, el cadáver del pobre Beethoven estaba prácticamente calvo.
Pero lo mejor es lo que contaba un experto en la vida de Beethoven:
Al parecer, durante su entierro, al que acudió una marabunta de gente, los invitados que iban pasando por delante del féretro aprovechaban para arrancarle unos pelitos al cuerpo del genio para conservarlos como fetiche. Fueron tantos, que cuando le enterraron, el cadáver del pobre Beethoven estaba prácticamente calvo.