Existe un lugar en Tennessee que los lugareños conocen como la Granja de Cuerpos. Si paseáramos por esta colina boscosa, más de una hectárea de terreno, nos toparíamos con docenas de cadáveres en descomposición desperdigados aquí y allá. El lugar no es muy agradable. El hedor es profundo, ya que la carne de los cuerpos se encuentra en diferentes fases de putrefacción. Hay muertos por el suelo, en los árboles, en el interior de casetas, en el maletero de un coche… Pero no es una película de zombis: es pura ciencia.
El lugar pertenece al Centro de Antropología Forense de la Universidad de Tennessee, y es la única instalación del mundo dedicada a estudiar cómo se descomponen los cadáveres humanos en un medio ambiente natural. Y aprovechan esos cuerpos que algunos deciden donar a la ciencia. Allí los científicos estudian cómo se descomponen los cuerpos durante cuatro etapas: fresco, hinchado, putrefacto y seco. La única variable de un caso a otro es el tiempo que requiere cada etapa.
Gracias a los conocimientos logrados en la granja se ha enviado a varios asesinos a la cárcel.