En el año 1856 las disputas por las grandes reservas de mierda de pájaro de las islas peruanas estuvieron a punto de desatar una guerra: la guerra del guano.
El descubrimiento, en las Islas Lobos, de toneladas de este material (utilizado por los agricultores como milagroso fertilizante) hizo reaccionar al Congreso de EEUU, asustado porque el Perú pudiera controlar los precios. EEUU aprobó entonces una ley por la que sus ciudadanos podían ocupar pacíficamente cualquier isla o roca con yacimientos de guano del Pacífico.
La consecuencia de esta ley (y del despliegue de barcos de guerra a la zona) fue que una gran cantidad de islas – un total de 4000 en todo el Pacífico – fueron ocupadas por autodenominados descubridores norteamericanos.
Por si la historia era poco sórdida, en un momento determinado los empresarios optaron por importar mano de obra china para recoger las cosechas de guano, un trabajo durísimo que consiste, literalmente, en rascar la mierda de las rocas. Algunos testimonios hablan de miles de chinos trabajando desnudos en las islas, como animales, sin recibir sueldo y sin que les dejaran ir a tierra firme.
El descubrimiento, en las Islas Lobos, de toneladas de este material (utilizado por los agricultores como milagroso fertilizante) hizo reaccionar al Congreso de EEUU, asustado porque el Perú pudiera controlar los precios. EEUU aprobó entonces una ley por la que sus ciudadanos podían ocupar pacíficamente cualquier isla o roca con yacimientos de guano del Pacífico.
La consecuencia de esta ley (y del despliegue de barcos de guerra a la zona) fue que una gran cantidad de islas – un total de 4000 en todo el Pacífico – fueron ocupadas por autodenominados descubridores norteamericanos.
Por si la historia era poco sórdida, en un momento determinado los empresarios optaron por importar mano de obra china para recoger las cosechas de guano, un trabajo durísimo que consiste, literalmente, en rascar la mierda de las rocas. Algunos testimonios hablan de miles de chinos trabajando desnudos en las islas, como animales, sin recibir sueldo y sin que les dejaran ir a tierra firme.