"Conocí a un general de aviación, alto y ascético, hombre de academia militar y de toda clase de títulos (...)
Cuando el ejército franquista dividió la zona republicana en dos, ese general Herrera debía patrullar en la oscuridad absoluta, inspeccionar las defensas, dar órdenes a un lado y otro. Con su avión enteramente a oscuras, en las noches más tenebrosas, sobrevolaba el campo enemigo. De cuando en cuando un disparo franquista pasaba rozando su aparato. Pero, en la oscuridad, el general se aburría.
Entonces aprendió el método Braille. Cuando dominó la escritura de los ciegos, viajaba en sus peligrosas misiones leyendo con los dedos, mientras abajo ardía el fuego y el dolor de la guerra civil. Me contó el general que había alcanzado a leerse 'El conde de Montecristo' y que al iniciar 'Los tres mosqueteros' fue interrumpida su lectura nocturna de ciego por la derrota y luego el exilio"
Cuando el ejército franquista dividió la zona republicana en dos, ese general Herrera debía patrullar en la oscuridad absoluta, inspeccionar las defensas, dar órdenes a un lado y otro. Con su avión enteramente a oscuras, en las noches más tenebrosas, sobrevolaba el campo enemigo. De cuando en cuando un disparo franquista pasaba rozando su aparato. Pero, en la oscuridad, el general se aburría.
Entonces aprendió el método Braille. Cuando dominó la escritura de los ciegos, viajaba en sus peligrosas misiones leyendo con los dedos, mientras abajo ardía el fuego y el dolor de la guerra civil. Me contó el general que había alcanzado a leerse 'El conde de Montecristo' y que al iniciar 'Los tres mosqueteros' fue interrumpida su lectura nocturna de ciego por la derrota y luego el exilio"
"Confieso que he vivido", Pablo Neruda.