Recorriendo la costa sur de California (con el dedo y en el mapa, claro) descubre uno ciudades que suenan a otra dimensión: Atascadero, Sonora, Morro Bay. Conviene leerlas todas ellas arrastrando la lengua, como si uno llevara toda la vida viviendo en las colinas de Hollywood. Este toque pedante aumenta la sensación de placer.
Entre Monterrey y San Luis Obipo, por ejemplo, está la ciudad de Gorda. Un poco más allá encontramos la localidad de Caliente. O la de Mariposa.
Se plantea aquí el eterno problema de los gentilicios. ¿Se les dirá "gordones" a los ciudadanos de Gorda? ¿Tal vez "gordinflas"?
El tema puede ser más complicado en Caliente, donde sus vecinas podrían ser denominadas "calentorras". O "mariposones" ellos en la ciudad de Mariposa.
Cerca de Monterrey está Carmel, pero allí no se hunden las casas, porque Clint Eastwood fue alcalde muchos años y no lo permitiría.
Lo más increíble lo encuentro junto a San Luis Obispo. Allí se extienden las apacibles aguas del lago López en las que, si alguna vez paso por allí, pienso darme un baño. Qué confortable y familiar suena este lago, hartos como estamos de tanto Michigan, Hudson, Stockton y hasta Johnson. ¡Viva López! - dan ganas de chillar.
Y su lago.