Con la bajada de las aguas andan emergiendo campanarios por España, pueblos enteros que reaparecen al sol de la noche a la mañana, como una visión espectral. Los más viejos del lugar, los que aún recuerdan sus calles secas, notan a veces cambios imperceptibles, pequeñas cosas que los demás no habríamos notado.
Los antiguos vecinos de Minglanillos, por ejemplo, observan preocupados que la torre de su pueblo tiene ahora dos campanas, y que la iglesia, de marcada influencia mudéjar, ha adquirido un aire románico. Calles que han cambiado de trazado, casas que no están donde deberían. “Está raro el pueblo” – comenta Salustiano Fernández, de 84 años, quien explica, asustado, que la villa nunca ha tenido plaza de toros.
A principios de septiembre, en la presa de Romagosa, en Ciudad Real, un grupo de excursionistas descubrió la estela mortuoria del rey Tukulti-Ninurta I (1244-1207 a.C) en cuyo traslado trabaja un equipo de arqueólogos de la Universiad de León. Los expertos, que también analizan los más de cincuenta vasos funerarios aparecidos bajo las aguas, no han encontrado, de momento, una explicación convincente.
Hechos similares se repiten por toda la península. En las orillas de la presa de Sonorieta (Vizcaya) apareció hace días, un ejemplar de ballena franca austral, cuya presencia parece francamente inexplicable. En el pantano de la Rosilla (Burgos) la sequía ha dejado al aire los restos de un buque de la marina mercante rusa, con bandera de Uzbekistán.
En el caso más reciente, el del embalse de la Canaliega (Huesca), el inventario elaborado por 'Ecologistas en Acción' incluye los siguientes objetos destapados por el agua:
- 357 váteres de porcelana más 52 griferías completas de la marca Roca
- Un autobús de dos plantas con matrícula de La Coruña
- El minisubmarino robotizado Argo, utilizado por el capitán Cousteau en sus inmersiones en el Caribe
- Un ejército de 400 baturros de terracota, de tamaño natural.
El fenómeno se extiende como un reguero de pólvora, apariciones súbitas y sin sentido que las autoridades se empeñan en ignorar. En la mayoría de los pantanos aún quedan varios metros de agua sin evaporar pero, de persistir la sequía, los fondos milenarios quedarán a la luz en pocos días. A última hora, es posible ver a algunos lugareños que se acercan al lugar, se quedan sobre las lomas, con la vista fija en el fangal. Algunos revelan entonces lo que en público no se atreven a confesar: que lo peor está todavía por llegar.
Los antiguos vecinos de Minglanillos, por ejemplo, observan preocupados que la torre de su pueblo tiene ahora dos campanas, y que la iglesia, de marcada influencia mudéjar, ha adquirido un aire románico. Calles que han cambiado de trazado, casas que no están donde deberían. “Está raro el pueblo” – comenta Salustiano Fernández, de 84 años, quien explica, asustado, que la villa nunca ha tenido plaza de toros.
A principios de septiembre, en la presa de Romagosa, en Ciudad Real, un grupo de excursionistas descubrió la estela mortuoria del rey Tukulti-Ninurta I (1244-1207 a.C) en cuyo traslado trabaja un equipo de arqueólogos de la Universiad de León. Los expertos, que también analizan los más de cincuenta vasos funerarios aparecidos bajo las aguas, no han encontrado, de momento, una explicación convincente.
Hechos similares se repiten por toda la península. En las orillas de la presa de Sonorieta (Vizcaya) apareció hace días, un ejemplar de ballena franca austral, cuya presencia parece francamente inexplicable. En el pantano de la Rosilla (Burgos) la sequía ha dejado al aire los restos de un buque de la marina mercante rusa, con bandera de Uzbekistán.
En el caso más reciente, el del embalse de la Canaliega (Huesca), el inventario elaborado por 'Ecologistas en Acción' incluye los siguientes objetos destapados por el agua:
- 357 váteres de porcelana más 52 griferías completas de la marca Roca
- Un autobús de dos plantas con matrícula de La Coruña
- El minisubmarino robotizado Argo, utilizado por el capitán Cousteau en sus inmersiones en el Caribe
- Un ejército de 400 baturros de terracota, de tamaño natural.
El fenómeno se extiende como un reguero de pólvora, apariciones súbitas y sin sentido que las autoridades se empeñan en ignorar. En la mayoría de los pantanos aún quedan varios metros de agua sin evaporar pero, de persistir la sequía, los fondos milenarios quedarán a la luz en pocos días. A última hora, es posible ver a algunos lugareños que se acercan al lugar, se quedan sobre las lomas, con la vista fija en el fangal. Algunos revelan entonces lo que en público no se atreven a confesar: que lo peor está todavía por llegar.