La Casa Real ha reconocido que la felicitación navideña de este año es un montaje fotográfico. La imagen, que tiene un aire irreal y cibernético, es una especie de composición futurista, un magnífico collage donde los autores han ido pegando nietos sin miramiento, disponiéndolos aquí y allá a los pies de los Reyes. La suerte es que, al final, a los monarcas les salen siete nietos, porque un error de recuento podía haber terminado incluyendo a alguno que no lo fuera, al propio Carod Rovira o a la mismísima Claudia Schiffer en pelotas, que es lo que los informáticos gustan de incluir en este tipo de montajes.
La postal navideña de este año tiene aspecto de viejo recortable, aunque en el embate – como un niño chapuza – el autor se ha llevado por delante las piernas del Rey y los bracitos de la pobre Victoria Federica. La peor parte se la llevan los infantes, que tienen una especie de expresión a lo South Park, y se diría que de un momento se les va a partir la cabeza por la mitad y van a empezar a cantar aquello de “eres un cabrón hijoputa”.
A fin de cuentas – dirá un observador avezado – qué supone para un monarca perder las piernas si con ello se libra de perder su preciado tiempo. Dice la Casa Real que la sido "imposible" reunir en un mismo día a los Reyes y a sus nietos para una sesión fotográfica. Parece que sus obligaciones – largas jornadas de esquí en Baqueira, maratonianas sesiones de vela en Palma – han impedido a los miembros de la Casa Real cumplir con la encomienda.
Ya hay quien se pregunta si el Rey habrá tenido tiempo este año para grabar la felicitación de Nochebuena, o si el que aparezca el sábado por la noche en todas las cadenas será una criatura generada por ordenador, parecida al Rey pero más falsa que Gollum.
Bien mirado, este pequeño desliz de la Casa Real puede abrir las puertas a otra forma de entender el Estado. Dado que sus graciosas majestades no sacan tiempo para cumplir con sus obligaciones, tal vez resultara más grato para ellos, y más barato para las arcas del Estado, sustituirlos por un repertorio de pequeños trucos de ilusionismo. En determinados actos y banquetes, por ejemplo, se podría muy bien sustituir la egregia figura del Rey por una silueta de cartón, perfectamente reconocible, que hiciera las veces de anfitrión.
La idea consistiría en preparar un doble de cada cual, recortado en cartón y perfectamente retocado por Photoshop, de modo que no hiciera falta mantener a una familia real de carne y hueso. De esta manera todos saldríamos ganando: se librarían ellos de la pesada carga que les impide esquiar las 24 horas, y el pueblo español alcanzaría lo que se dice una verdadera monarquía representativa.
Una Letizia de cartón piedra, un príncipe Felipe alto y hermoso, fabricado en cera. Las ventajas son innumerables, pasando porque estos miembros de la Casa Real no podrían meter la pata con expresiones desafortunadas.
Dice La Zarzuela que a pesar del montaje "no disminuye el cariño de los Reyes" hacia quienes reciban su felicitación. Sustituirlos por prácticas siluetas de cartón, o por simpáticos muñecos, tampoco disminuiría nuestro "cariño" hacia ellos. Hagan la prueba.