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En el ejército indio no hay generales Menas ni capitanes de la Legión dispuestos a plantarse en Madrid a lomos de una cabra. Los valientes soldados indios dedican largas horas al ensayo de la acrobacia, el colorismo y la canción.
¿Qué hacemos con nuestros oficiales díscolos? Además de arrestarles apuesto por enviarles una temporadita a la Ciudad de los Muchachos. Allí aprenderían algo sobre disciplina y honor.