«Él corría mucho más rápido que yo. Me agarró una pierna y me caí. Entonces cogió a mi bebé.» Anet Alikiriza cuenta mirando al suelo lo que sucedió el día en que un chimpancé le arrebató a su hijo de tres meses cuando regresaba a su casa con su madre después de haber estado recogiendo patatas. Para cuando llegó al lugar un hombre con un palo que se pudiese enfrentar al animal, el bebé tenía ya horribles heridas que le causarían la muerte poco después. Anet vive junto al Parque Nacional de Kibale, al oeste de Uganda y es una de las víctimas de los ataques a humanos de los chimpancés, que ha investigado la BBC. En los últimos siete años en esa zona ha habido al menos 15 ataques a niños pequeños, la mitad con resultado mortal y la otra mitad con graves heridas y amputación de brazos y piernas.
El fenómeno no es nuevo, pero ha adquirido una nueva dimensión. En la entrada del Parque Nacional Gombe, en Tanzania, hay un aviso con las normas básicas para acceder a la reserva de chimpancés más famosa del mundo. Entre ellas hay una que sorprende: los niños menores de ocho años tienen prohibida la entrada. (...)...durante los últimos años, cada vez con mayor frecuencia, chimpancés adultos dejan el bosque de las reservas y se adentran en los cultivos y poblaciones cercanas buscando niños. Algunos bebés han sido arrebatados violentamente de los brazos de sus madres. Otros han desaparecido de sus cunas mientras dormían. Y en los poblados el temor crece día a día. «Desde el ataque –dice Anet– no hemos vuelto a los campos. Hemos empezado a plantar banana junto a la casa. Es más seguro aquí.»
El fenómeno no es nuevo, pero ha adquirido una nueva dimensión. En la entrada del Parque Nacional Gombe, en Tanzania, hay un aviso con las normas básicas para acceder a la reserva de chimpancés más famosa del mundo. Entre ellas hay una que sorprende: los niños menores de ocho años tienen prohibida la entrada. (...)...durante los últimos años, cada vez con mayor frecuencia, chimpancés adultos dejan el bosque de las reservas y se adentran en los cultivos y poblaciones cercanas buscando niños. Algunos bebés han sido arrebatados violentamente de los brazos de sus madres. Otros han desaparecido de sus cunas mientras dormían. Y en los poblados el temor crece día a día. «Desde el ataque –dice Anet– no hemos vuelto a los campos. Hemos empezado a plantar banana junto a la casa. Es más seguro aquí.»
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