Ahora que Airbus estudia instalar asientos verticales en los aviones, es de prever que las compañías aéreas redistribuyan sus categorías. De esta forma, en un futuro no muy lejano, se podrá optar entre adquirir un billete en Clase Preferente, en Clase Turista o en la flamante y económica 'Clase Anchoa', para el transporte de pasajeros en salazón.
Después de echarse al coleto un Madrid Hong-Kong sin perder la sonrisa, más que el síndrome de la clase Turista, los individuos de esta nueva raza estarán expuestos al síndrome del Hombre-Mejillón; fornidos masajistas deberán reanimarlos a pie de pista y desdoblarlos como quien saca una camisa de la maleta.
El nuevo Hombre-Anchoa, al que uno imagina pelón y cableado como aquellos ‘precogs’ de Minority Report, comerá judías sin flatulencias, fumará cigarrillos con vitamina C, y hasta es posible que lleve intermitentes en las orejas. Aún así, las compañías tardarán años en rematar ese detalle para conseguir el pasajero perfecto: que le guste la comida del avión
Después de echarse al coleto un Madrid Hong-Kong sin perder la sonrisa, más que el síndrome de la clase Turista, los individuos de esta nueva raza estarán expuestos al síndrome del Hombre-Mejillón; fornidos masajistas deberán reanimarlos a pie de pista y desdoblarlos como quien saca una camisa de la maleta.
El nuevo Hombre-Anchoa, al que uno imagina pelón y cableado como aquellos ‘precogs’ de Minority Report, comerá judías sin flatulencias, fumará cigarrillos con vitamina C, y hasta es posible que lleve intermitentes en las orejas. Aún así, las compañías tardarán años en rematar ese detalle para conseguir el pasajero perfecto: que le guste la comida del avión