En la mañana del 6 de mayo de 1986 los submarinos Ray, Hawkbill y Archerfish emergen de entre los hielos en el Polo Norte geográfico. Es la primera vez en la Historia en que tres submarinos nucleares norteamericanos emergen simultáneamente en el Polo; es muy posible que los submarinos soviéticos observen desde alguna parte.
Cruzar el Polo bajo los hielos fue una posibilidad largamente soñada por los ejércitos de todo el mundo. Una manera eficaz de cruzar de un extremo a otro del planeta en poco tiempo y de plantarse en la puerta de atrás del enemigo. Durante la IIGM, algunos submarinos alemanes habían utilizado el casquete polar como refugio del ataque enemigo. Después de sus ataques sorpresa, se adentraban entre los hielos, donde sus perseguidores no podían encontrarlos.
En los años 30, basándose en los datos de Admunsen y otros exploradores polares, Sir Huber Wilkins realizó una primera tentativa al mando del submarino Nautilus. Su plan consistía en navegar bajo el hielo y salir a la superficie aprovechando los claros para recargar las baterías, pero las bajísimas temperaturas dejaron el submarino hecho unos zorros a las primeras de cambio.
En los años 50, los americanos crearon el primer submarino nuclear y lo bautizaron igualmente como Nautilus, marcando su destino. Poco tiempo después, el 3 de agosto de 1958, el Nautilus se convertiría en el primer submarino que pasaba por debajo del Polo Norte y atravesaba el Ártico del Pacífico al Atlántico, logrando una hazaña digna de las mejores exploraciones marítimas. Según los datos registrados por los equipos de medición, la temperatura del agua era de 32,4 grados Fahrenheit, la profundidad de 1.089 metros y la capa de hielo tenía un grosor de 7,5 metros.
Los soviéticos no tardaron en emular a sus adversarios y pronto el Ártico se llenó de submarinos atómicos. Durante más de treinta años los contendientes espiaron a sus contrarios, trazaron miles de mapas de los fondos marinos y se persiguieron sin descanso.
Aún hoy día, terminada la guerra fría, los submarinos nucleares siguen patrullando bajo el Polo, y emergen en la soledad polar a través bloques de hasta 120 cm de hielo.
Cruzar el Polo bajo los hielos fue una posibilidad largamente soñada por los ejércitos de todo el mundo. Una manera eficaz de cruzar de un extremo a otro del planeta en poco tiempo y de plantarse en la puerta de atrás del enemigo. Durante la IIGM, algunos submarinos alemanes habían utilizado el casquete polar como refugio del ataque enemigo. Después de sus ataques sorpresa, se adentraban entre los hielos, donde sus perseguidores no podían encontrarlos.
En los años 30, basándose en los datos de Admunsen y otros exploradores polares, Sir Huber Wilkins realizó una primera tentativa al mando del submarino Nautilus. Su plan consistía en navegar bajo el hielo y salir a la superficie aprovechando los claros para recargar las baterías, pero las bajísimas temperaturas dejaron el submarino hecho unos zorros a las primeras de cambio.
En los años 50, los americanos crearon el primer submarino nuclear y lo bautizaron igualmente como Nautilus, marcando su destino. Poco tiempo después, el 3 de agosto de 1958, el Nautilus se convertiría en el primer submarino que pasaba por debajo del Polo Norte y atravesaba el Ártico del Pacífico al Atlántico, logrando una hazaña digna de las mejores exploraciones marítimas. Según los datos registrados por los equipos de medición, la temperatura del agua era de 32,4 grados Fahrenheit, la profundidad de 1.089 metros y la capa de hielo tenía un grosor de 7,5 metros.
Los soviéticos no tardaron en emular a sus adversarios y pronto el Ártico se llenó de submarinos atómicos. Durante más de treinta años los contendientes espiaron a sus contrarios, trazaron miles de mapas de los fondos marinos y se persiguieron sin descanso.
Aún hoy día, terminada la guerra fría, los submarinos nucleares siguen patrullando bajo el Polo, y emergen en la soledad polar a través bloques de hasta 120 cm de hielo.
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