A mediados de 1942, en plena ofensiva nazi contra la Unión Soviética, una amenaza se cierne cada noche sobre los campamentos alemanes. Pequeños aviones salidos de la nada bombardean sus posiciones y huyen en la oscuridad sin que los poderosos cazas nazis puedan hacer nada por impedirlo.
En pocos meses, las silenciosas escuadrillas rusas realizan unas 23.000 incursiones y lanzan 3.000 toneladas de bombas. Pronto el sentimiento de pánico se apodera de los alemanes, al tiempo que se extiende un rumor que les aterroriza tanto como los ataques: los pequeños aviones nocturnos están pilotados por mujeres; sigilosas pilotos soviéticas a las que bautizan con el nombre de "Nachthexen"; las Brujas de la Noche.
El 588 Regimiento de Bombardeo Nocturno, el primer y único escuadrón de la Historia compuesto íntegramente por mujeres, empezó a formarse a finales de 1941, cuando la mayoría de aviones soviéticos habían sido destruidos y apenas quedaban pilotos para combatir. El mando ruso organizó entonces, sin mucha confianza, tres regimientos de mujeres a los que asignó una escuadrilla de obsoletos Polikarpov Po-2, un biplano de entrenamiento del año 1927.
Unas mil jóvenes – la mayoría sin experiencia de vuelo – se enfrentaron al desprecio de sus compañeros varones y a otra serie de barreras como las enormes tallas de los uniformes o la necesidad de acondicionar los asientos para alcanzar los pedales de los aviones.
Sin embargo, al final de la guerra, aquel grupo de mujeres se convertiría en la pesadilla de los alemanes y en la unidad más condecorada de la fuerza aérea, con más de 1.000 misiones de guerra y 23 pilotos reconocidas como Héroes de la Unión Soviética.
El secreto de las “Brujas de la Noche”, a pesar de sus destartalados aviones, era la capacidad para la sorpresa. Las “brujas” volaban a muy baja altura y apagaban los motores poco antes de llegar a su objetivo. Los Po-2 apenas tenían capacidad para portar un par de bombas y eran terriblemente lentos en comparación con los cazas alemanes. Sin embargo, esto les proporcionaba una ventaja competitiva: podían cambiar de rumbo en la mitad de espacio, consiguiendo desesperar a los pilotos de la Luftwaffe.
Las “brujas” se hicieron conocidas, además, por sus osadas maniobras. Su táctica favorita consistía en ponerse a tiro de los aviones nazis mientras una de ellas aprovechaba para lanzar un ataque por sorpresa. El legendario piloto alemán Johannes Steinhoff, que entró en combate con ellas, dijo años más tarde que "aquellas mujeres no le temían a nada".
Algunas pilotos, como Katya Ryabova y Nadyz Popova, llegaron a realizar hasta 18 incursiones en una sola noche. La más brillante de todas, Lily Litvak, quien luego se convertiría en la legendaria "Rosa Blanca de Stalingrado", derribó más de doce cazas alemanes. La leyenda decía que Litvak recogía flores silvestres que colocaba en el parabrisas de su avión antes de cada ataque. Los alemanes le temían tanto que fue necesaria una misión de ocho Messerschmitts para tenderle una emboscada y abatirla.
En 1943, cuando la derribaron, Lily Litvak tenía 22 años. Su avión permaneció desaparecido durante mucho tiempo, hasta que en 1969, en la recóndita aldea de Dmitrovka, unos niños encontraron los restos del aparato y a la piloto aún en su interior, como “una bella durmiente”.
En pocos meses, las silenciosas escuadrillas rusas realizan unas 23.000 incursiones y lanzan 3.000 toneladas de bombas. Pronto el sentimiento de pánico se apodera de los alemanes, al tiempo que se extiende un rumor que les aterroriza tanto como los ataques: los pequeños aviones nocturnos están pilotados por mujeres; sigilosas pilotos soviéticas a las que bautizan con el nombre de "Nachthexen"; las Brujas de la Noche.
El 588 Regimiento de Bombardeo Nocturno, el primer y único escuadrón de la Historia compuesto íntegramente por mujeres, empezó a formarse a finales de 1941, cuando la mayoría de aviones soviéticos habían sido destruidos y apenas quedaban pilotos para combatir. El mando ruso organizó entonces, sin mucha confianza, tres regimientos de mujeres a los que asignó una escuadrilla de obsoletos Polikarpov Po-2, un biplano de entrenamiento del año 1927.
Unas mil jóvenes – la mayoría sin experiencia de vuelo – se enfrentaron al desprecio de sus compañeros varones y a otra serie de barreras como las enormes tallas de los uniformes o la necesidad de acondicionar los asientos para alcanzar los pedales de los aviones.
Sin embargo, al final de la guerra, aquel grupo de mujeres se convertiría en la pesadilla de los alemanes y en la unidad más condecorada de la fuerza aérea, con más de 1.000 misiones de guerra y 23 pilotos reconocidas como Héroes de la Unión Soviética.
El secreto de las “Brujas de la Noche”, a pesar de sus destartalados aviones, era la capacidad para la sorpresa. Las “brujas” volaban a muy baja altura y apagaban los motores poco antes de llegar a su objetivo. Los Po-2 apenas tenían capacidad para portar un par de bombas y eran terriblemente lentos en comparación con los cazas alemanes. Sin embargo, esto les proporcionaba una ventaja competitiva: podían cambiar de rumbo en la mitad de espacio, consiguiendo desesperar a los pilotos de la Luftwaffe.
Las “brujas” se hicieron conocidas, además, por sus osadas maniobras. Su táctica favorita consistía en ponerse a tiro de los aviones nazis mientras una de ellas aprovechaba para lanzar un ataque por sorpresa. El legendario piloto alemán Johannes Steinhoff, que entró en combate con ellas, dijo años más tarde que "aquellas mujeres no le temían a nada".
Algunas pilotos, como Katya Ryabova y Nadyz Popova, llegaron a realizar hasta 18 incursiones en una sola noche. La más brillante de todas, Lily Litvak, quien luego se convertiría en la legendaria "Rosa Blanca de Stalingrado", derribó más de doce cazas alemanes. La leyenda decía que Litvak recogía flores silvestres que colocaba en el parabrisas de su avión antes de cada ataque. Los alemanes le temían tanto que fue necesaria una misión de ocho Messerschmitts para tenderle una emboscada y abatirla.
En 1943, cuando la derribaron, Lily Litvak tenía 22 años. Su avión permaneció desaparecido durante mucho tiempo, hasta que en 1969, en la recóndita aldea de Dmitrovka, unos niños encontraron los restos del aparato y a la piloto aún en su interior, como “una bella durmiente”.
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