A fecha de hoy, hay unos 41 cadáveres en los últimos 800 metros que conducen a la cima del Everest. Casi todos en la cara norte, muchos en la misma ruta de escalada por la que pasan los alpinistas, que les han puesto nombres familiares. Uno de los más conocidos es "el saludador", a quien la muerte dejó un gesto de bienvenida. Otros cuerpos, como el de la japonesa Shiroko Ota, aún cuelgan de la cuerda que debió ayudarles en el descenso. Nadie los retira, salvo raras excepciones. La falta de oxígeno lo convierte en un verdadero problema, y pocos están dispuestos a asumir ese riesgo.
El pasado 18 de mayo, cuando se detuvo para tratar de reponerse, David Sharp era ya otro cadáver pero él no lo sabía. Hasta 40 alpinistas pasaron por su lado mientras agonizaba. El neozelandés Mark Inglis se acercó a ayudarle pero ya era tarde. Sharp había muerto por falta de oxígeno sin que ninguno de los muchos escaladores que pasaron a su lado moviera un dedo por ayudarle.
Alguien que pasaba por allí grabó un vídeo, que pronto emitirá el Discovery Channel, en el que David explica que se está muriendo. “Mi nombre es David Sharp – repite el muchacho – estoy subiendo con asiáticos y solo tengo ganas de dormir".
La muerte de Sharp habría sido fácilmente evitable y ha conseguido sacar de sus casillas a los mejores alpinistas del mundo. Escaladores de la talla de Edmund Hillary critican duramente las expediciones comerciales que han tomado el campo base del Everest y "que sólo se preocupan de subir a sus clientes sin importarles si se dejan a alguien en el camino".
Su cuerpo sigue allí arriba, junto a una roca a unos 8.000 metros de altura, justo en el límite de lo que se conoce como 'la zona de la muerte'. A su lado reposa el cadáver congelado de otro alpinista indio que falleció en 1997.
El pasado 18 de mayo, cuando se detuvo para tratar de reponerse, David Sharp era ya otro cadáver pero él no lo sabía. Hasta 40 alpinistas pasaron por su lado mientras agonizaba. El neozelandés Mark Inglis se acercó a ayudarle pero ya era tarde. Sharp había muerto por falta de oxígeno sin que ninguno de los muchos escaladores que pasaron a su lado moviera un dedo por ayudarle.
Alguien que pasaba por allí grabó un vídeo, que pronto emitirá el Discovery Channel, en el que David explica que se está muriendo. “Mi nombre es David Sharp – repite el muchacho – estoy subiendo con asiáticos y solo tengo ganas de dormir".
La muerte de Sharp habría sido fácilmente evitable y ha conseguido sacar de sus casillas a los mejores alpinistas del mundo. Escaladores de la talla de Edmund Hillary critican duramente las expediciones comerciales que han tomado el campo base del Everest y "que sólo se preocupan de subir a sus clientes sin importarles si se dejan a alguien en el camino".
Su cuerpo sigue allí arriba, junto a una roca a unos 8.000 metros de altura, justo en el límite de lo que se conoce como 'la zona de la muerte'. A su lado reposa el cadáver congelado de otro alpinista indio que falleció en 1997.
Más: 1, 2 y 3
* Escribo esta historia a sugerencia del Dr Maturin, a quien vuelvo a dar las gracias. Se aceptan más propuestas en fogonazos@gmail.com