En la fotografía se ve a un grupo de pobres frente a la fachada de un suntuoso edificio, alguien les ha colocado allí y les ha proporcionado una serie de carteles con distintas inscripciones. “Si ni siquiera puedo leer este cartel – reza una de ellas - ¿con qué derecho puedo tener hijos?” “¿Se llenarían las prisiones y psiquiátricos – pregunta otra – si la gente como yo no tuviera descendencia?" La instantánea no está tomada en la Alemania nazi; corre el año 1915 y están en pleno Wall Street.
En 1945, una vez terminada la IIGM, las democracias occidentales quedaron horrorizadas al conocer la verdad sobre los campos de exterminio o los planes de esterilización masiva de judíos, gitanos y deficientes mentales. Pocos sospechaban que sus propios gobiernos estaban desarrollando planes parecidos. (Sigue leyendo)
Esterilizaciones masivas
Antes de que Hitler llevara a la práctica su macabro proceso de selección humana, unos 40.000 ciudadanos habían sido ya víctimas de la eugenesia en Estados Unidos. La esterilización en masa de deficientes mentales, minusválidos, criminales y alcohólicos continuó después de la guerra y afectó a más de 100.000 personas, según determinó un juez federal en 1974. Las esterilizaciones se practicaron durante años en decenas de cárceles y de centros psiquiátricos sin conocimiento de los pacientes o bajo la amenaza de dejar de recibir las ayudas sociales. En 1975 el New York Times Magazine descubrió que en muchas ciudades los médicos seguían esterilizando a pacientes negros pobres sin su consentimiento, una práctica conocida eufemísticamente como la “apendicectomía del Mississippi”.
En el verano de 1997 el periodista Maciej Zaremba sacó a la luz que la “civilizada” Suecia había esterilizado secretamente a miles de mujeres suecas. A raíz de su denuncia, una investigación del propio gobierno sueco descubrió que se había esterilizado a 230.000 personas entre 1935 y 1996 "en el marco de un programa basado en teorías eugénicas" y por razones de "higiene social y racial". Las autoridades se vieron obligadas a indemnizar a miles de pacientes que habían sido esterilizados a petición propia o sin su consentimiento.
Centenares de mujeres fueron obligadas a esterilizarse como condición para salir de la cárcel o para no perder la custodia de sus hijos. Otras fueron coaccionadas para poder salir del hospital tras un aborto o un internamiento psiquiátrico. Se dieron casos de mujeres esterilizadas por tener “dificultades de aprendizaje” o simplemente por su condición de miopes. Las minorías étnicas (lapones y gitanos), tampoco escaparon a aquellos planes; entre 600 y 700 gitanos fueron esterilizados. Por no hablar de los 4.500 suecos que fueron lobotomizados entre 1944 y 1963 por su condición de homosexuales.
El movimiento eugenésico
Parecidos planes de esterilización masiva fueron llevados a cabo en países como Francia, Canadá, Suiza, Austria, Finlandia y Dinamarca, todos inspirados por las ideas de sir Francis Galton, padre de la eugenesia. La idea fundamental de Galton, asentada en las teorías de la evolución de Darwin y de la entonces recién descubierta herencia genética de Mendel, era la promoción de una mejora de las razas a través de la cuidadosa selección de los progenitores y de la eliminación selectiva o la esterilización de los individuos de características indeseables.
El movimiento eugenésico se fortaleció rápidamente a comienzos de siglo. Los defensores de las teorías eugenésicas promovieron intensas campañas en las que se repetía la idea de que algunos individuos como borrachos, delincuentes o disminuidos suponían una dura carga para la sociedad y un evidente riesgo de degeneración colectiva. Siguiendo las tesis de Darwin les parecía contradictorio que se mantuviera vivas a personas que, de otro modo, no habrían sobrevivido. No era inusual escuchar pensamientos como los del conocido juez Oliver Wendell Holmes, quien aseguraba que “con tres generaciones de imbéciles” era “suficiente”.
Los defensores de la eugenesia veían en otras razas, supuestamente inferiores, una amenaza para el desarrollo social. Mientras en el caso nazi se hablaba de una supuesta superioridad aria, en el caso de estadounidense a los defensores de la esterilización les preocupaba que la supervivencia de una América tradicional se viera amenazada “por el influjo de razas inferiores provenientes del sur y el este de Europa”. La obsesión de los suecos, en cambio, era evitar que los ciudadanos de origen lapón se mezclaran con la raza escandinava.
En EEUU, la “American Eugenics Society”, fundada en 1926 por Harry H. Laughlin, se convirtió muy pronto en una organización de lo más influyente. Las teorías eugenistas fueron impartidas en numerosas universidades americanas y difundidas entre los médicos. La “American Eugenics Society” llegó a patrocinar esperpentos como un concurso de familias “ideales”, en las que se premiaba a aquellas familias cuyas condiciones físicas, intelectuales y educacionales resultaban óptimas para producir niños “genéticamente superiores”.
Al cabo de unos años, en 1934, el propio Laughlin fue galardonado por la Universidad alemana de Heidelberg, inspirando a los ya de por sí perturbados profesores nazis y ofreciendo otro de esos perversos retruécanos de la Historia: Laughlin era epiléptico y, por tanto, susceptible de esterilización según sus propias teorías.
En 1945, una vez terminada la IIGM, las democracias occidentales quedaron horrorizadas al conocer la verdad sobre los campos de exterminio o los planes de esterilización masiva de judíos, gitanos y deficientes mentales. Pocos sospechaban que sus propios gobiernos estaban desarrollando planes parecidos. (Sigue leyendo)
Esterilizaciones masivas
Antes de que Hitler llevara a la práctica su macabro proceso de selección humana, unos 40.000 ciudadanos habían sido ya víctimas de la eugenesia en Estados Unidos. La esterilización en masa de deficientes mentales, minusválidos, criminales y alcohólicos continuó después de la guerra y afectó a más de 100.000 personas, según determinó un juez federal en 1974. Las esterilizaciones se practicaron durante años en decenas de cárceles y de centros psiquiátricos sin conocimiento de los pacientes o bajo la amenaza de dejar de recibir las ayudas sociales. En 1975 el New York Times Magazine descubrió que en muchas ciudades los médicos seguían esterilizando a pacientes negros pobres sin su consentimiento, una práctica conocida eufemísticamente como la “apendicectomía del Mississippi”.
En el verano de 1997 el periodista Maciej Zaremba sacó a la luz que la “civilizada” Suecia había esterilizado secretamente a miles de mujeres suecas. A raíz de su denuncia, una investigación del propio gobierno sueco descubrió que se había esterilizado a 230.000 personas entre 1935 y 1996 "en el marco de un programa basado en teorías eugénicas" y por razones de "higiene social y racial". Las autoridades se vieron obligadas a indemnizar a miles de pacientes que habían sido esterilizados a petición propia o sin su consentimiento.
Centenares de mujeres fueron obligadas a esterilizarse como condición para salir de la cárcel o para no perder la custodia de sus hijos. Otras fueron coaccionadas para poder salir del hospital tras un aborto o un internamiento psiquiátrico. Se dieron casos de mujeres esterilizadas por tener “dificultades de aprendizaje” o simplemente por su condición de miopes. Las minorías étnicas (lapones y gitanos), tampoco escaparon a aquellos planes; entre 600 y 700 gitanos fueron esterilizados. Por no hablar de los 4.500 suecos que fueron lobotomizados entre 1944 y 1963 por su condición de homosexuales.
El movimiento eugenésico
Parecidos planes de esterilización masiva fueron llevados a cabo en países como Francia, Canadá, Suiza, Austria, Finlandia y Dinamarca, todos inspirados por las ideas de sir Francis Galton, padre de la eugenesia. La idea fundamental de Galton, asentada en las teorías de la evolución de Darwin y de la entonces recién descubierta herencia genética de Mendel, era la promoción de una mejora de las razas a través de la cuidadosa selección de los progenitores y de la eliminación selectiva o la esterilización de los individuos de características indeseables.
El movimiento eugenésico se fortaleció rápidamente a comienzos de siglo. Los defensores de las teorías eugenésicas promovieron intensas campañas en las que se repetía la idea de que algunos individuos como borrachos, delincuentes o disminuidos suponían una dura carga para la sociedad y un evidente riesgo de degeneración colectiva. Siguiendo las tesis de Darwin les parecía contradictorio que se mantuviera vivas a personas que, de otro modo, no habrían sobrevivido. No era inusual escuchar pensamientos como los del conocido juez Oliver Wendell Holmes, quien aseguraba que “con tres generaciones de imbéciles” era “suficiente”.
Los defensores de la eugenesia veían en otras razas, supuestamente inferiores, una amenaza para el desarrollo social. Mientras en el caso nazi se hablaba de una supuesta superioridad aria, en el caso de estadounidense a los defensores de la esterilización les preocupaba que la supervivencia de una América tradicional se viera amenazada “por el influjo de razas inferiores provenientes del sur y el este de Europa”. La obsesión de los suecos, en cambio, era evitar que los ciudadanos de origen lapón se mezclaran con la raza escandinava.
En EEUU, la “American Eugenics Society”, fundada en 1926 por Harry H. Laughlin, se convirtió muy pronto en una organización de lo más influyente. Las teorías eugenistas fueron impartidas en numerosas universidades americanas y difundidas entre los médicos. La “American Eugenics Society” llegó a patrocinar esperpentos como un concurso de familias “ideales”, en las que se premiaba a aquellas familias cuyas condiciones físicas, intelectuales y educacionales resultaban óptimas para producir niños “genéticamente superiores”.
Al cabo de unos años, en 1934, el propio Laughlin fue galardonado por la Universidad alemana de Heidelberg, inspirando a los ya de por sí perturbados profesores nazis y ofreciendo otro de esos perversos retruécanos de la Historia: Laughlin era epiléptico y, por tanto, susceptible de esterilización según sus propias teorías.
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Ver también: Banco de genios y Esterilización toxicómanos