A principios de 1934, el poeta William Butler Yeats se siente viejo y acabado. Lleva un año sin escribir y lo achaca a su impotencia sexual. “Mis versos se vuelven fríos y cerebrales – le dice a uno de sus amigos – Todo el deseo y lascivia que hacían surgir mi poesía se diluyen”. Semanas después, el mismo amigo le convence para que realice un viaje y se someta a una sencilla operación que, según él, le hará rejuvenecer visiblemente y le devolverá la potencia sexual.
En abril de 1934 el poeta irlandés William Butler Yeats , flamante Premio Nobel de Literatura, es operado de los testículos en un oscuro quirófano de Londres. Milagrosamente, en septiembre de ese mismo año, Yeats se siente de nuevo como un toro y entra en la etapa más creativa de su vida. “Concédeme el frenesí de un anciano” – escribe Yeats a sus 69 años. De pronto el sexo se ha convertido para él en una obsesión y se siente con fuerzas para emprender una relación con la actriz Margot Ruddock, cuarenta años más joven.
Otro premio Nobel, el noruego Knut Hamsun, y el mismísimo Sigmund Freud, se someten en esos meses a la misma operación en el más absoluto de los secretos. Se trata de la “operación Steinach”, ideada por el afamado médico vienés del mismo nombre y consistente en cerrar los conductos del esperma para aumentar la producción de hormonas sexuales masculinas y reconducirlas hacia el flujo sanguíneo. Una especie de vasectomía, que invierte, “teóricamente”, el proceso natural de envejecimiento. “El corazón se hace más fuerte, la musculatura se refuerza – explica Steinach– El andar es firme y erguido, el sueño se restaura”.
No muy lejos de allí, en Francia, el conocido profesor Voronoff se dedica desde hace unos años a transplantar testículos de mono a sus pacientes. Gracias a su campaña publicitaria, la operación de “rejuvenecimiento” se hace tan popular que hacia 1930 son miles los caballeros de todo el mundo que se pasean con los testículos de un primate entre las piernas. La demanda de gónadas es tal, que Serge Voronoff planea construir un gran parque con chimpancés y babuinos para mantener el suministro.
Durante la operación, el profesor Voronoff coloca paralelamente al paciente y al mono en sendas mesas de operación. Después de aplicar una anestesia local al hombre, Voronoff extrae las glándulas del mono y las corta en seis finas lonchas que injerta en los testículos del paciente. En pocas semanas, los tejidos del mono son reabsorbidos y las hormonas empiezan a fluir. “La tensión baja, la vista se hace más aguda, el pelo crece”.
En algunas de sus charlas, Voronoff asegura haber aprendido la importancia de los testículos en la salud del hombre gracias a la observación de los eunucos en Egipto. Según él, al observarlos detenidamente había comprobado que la extirpación de los testículos producía en ellos un decaimiento físico comparable a la vejez, y aquello le llevó a pensar que el implante de testículos podría ser un tratamiento adecuado contra el envejecimiento.
En Londres, Voronoff realiza exhibiciones mostrando fotografías de sus pacientes antes y después de las operaciones. Hombres de de 75 a 80 años, en avanzado estado de decrepitud, que de pronto se convierten en saludables tipos que practican deporte y montan a caballo.
En esos meses, el dramaturgo Anatole France – también premio Nobel – se pone en manos de Voronoff. Cuando se presenta tiene 61 años y un aspecto lamentable. Voronoff injerta a Anatole France los testículos de un enorme mono cinocéfalo, divididos en 8 partes alrededor de los testículos del escritor. A los 23 días – según Voronoff – Anatole France le relata su primera erección tras 10 años de impotencia.
Más: 1, 2, 3, 4 y 5
En abril de 1934 el poeta irlandés William Butler Yeats , flamante Premio Nobel de Literatura, es operado de los testículos en un oscuro quirófano de Londres. Milagrosamente, en septiembre de ese mismo año, Yeats se siente de nuevo como un toro y entra en la etapa más creativa de su vida. “Concédeme el frenesí de un anciano” – escribe Yeats a sus 69 años. De pronto el sexo se ha convertido para él en una obsesión y se siente con fuerzas para emprender una relación con la actriz Margot Ruddock, cuarenta años más joven.
Otro premio Nobel, el noruego Knut Hamsun, y el mismísimo Sigmund Freud, se someten en esos meses a la misma operación en el más absoluto de los secretos. Se trata de la “operación Steinach”, ideada por el afamado médico vienés del mismo nombre y consistente en cerrar los conductos del esperma para aumentar la producción de hormonas sexuales masculinas y reconducirlas hacia el flujo sanguíneo. Una especie de vasectomía, que invierte, “teóricamente”, el proceso natural de envejecimiento. “El corazón se hace más fuerte, la musculatura se refuerza – explica Steinach– El andar es firme y erguido, el sueño se restaura”.
No muy lejos de allí, en Francia, el conocido profesor Voronoff se dedica desde hace unos años a transplantar testículos de mono a sus pacientes. Gracias a su campaña publicitaria, la operación de “rejuvenecimiento” se hace tan popular que hacia 1930 son miles los caballeros de todo el mundo que se pasean con los testículos de un primate entre las piernas. La demanda de gónadas es tal, que Serge Voronoff planea construir un gran parque con chimpancés y babuinos para mantener el suministro.
Durante la operación, el profesor Voronoff coloca paralelamente al paciente y al mono en sendas mesas de operación. Después de aplicar una anestesia local al hombre, Voronoff extrae las glándulas del mono y las corta en seis finas lonchas que injerta en los testículos del paciente. En pocas semanas, los tejidos del mono son reabsorbidos y las hormonas empiezan a fluir. “La tensión baja, la vista se hace más aguda, el pelo crece”.
En algunas de sus charlas, Voronoff asegura haber aprendido la importancia de los testículos en la salud del hombre gracias a la observación de los eunucos en Egipto. Según él, al observarlos detenidamente había comprobado que la extirpación de los testículos producía en ellos un decaimiento físico comparable a la vejez, y aquello le llevó a pensar que el implante de testículos podría ser un tratamiento adecuado contra el envejecimiento.
En Londres, Voronoff realiza exhibiciones mostrando fotografías de sus pacientes antes y después de las operaciones. Hombres de de 75 a 80 años, en avanzado estado de decrepitud, que de pronto se convierten en saludables tipos que practican deporte y montan a caballo.
En esos meses, el dramaturgo Anatole France – también premio Nobel – se pone en manos de Voronoff. Cuando se presenta tiene 61 años y un aspecto lamentable. Voronoff injerta a Anatole France los testículos de un enorme mono cinocéfalo, divididos en 8 partes alrededor de los testículos del escritor. A los 23 días – según Voronoff – Anatole France le relata su primera erección tras 10 años de impotencia.
Más: 1, 2, 3, 4 y 5