Baile de sombras

06 noviembre 2006

A mediados de 1895 el famoso pintor impresionista Edgar Degas recibe a una bailarina en su estudio y la fotografía en diferentes posturas. El resultado son tres placas que el pintor utiliza para realizar distintas composiciones. Meses después, Degas encuentra la forma de combinar las tres placas que le permite culminar, como si fuera un calco, su famoso cuadro “Bailarinas detrás del escenario”.

Bailarinas detrás del escenario: montaje y cuadroNo es la primera vez que Degas aprovecha la técnica fotográfica para sus pinturas. A finales del XIX, el invento de Niepce y Daguerre ha revolucionado la forma de pintar. El encuadre, el movimiento, la luz... El modo de aproximarse a la pintura se ve bruscamente sacudido por la aparición de las primeras fotografías. Sin embargo, el cambio no está solo en la manera de percibir y plasmar la obra. En su minucioso trabajo sobre impresionismo y fotografía, el profesor Antonio González García saca a la luz decenas de ejemplos que demuestran que muchas de las más famosas composiciones impresionistas fueron inspiradas por un original fotográfico. Pintores como Van Gogh, Toulouse Lautrec, Monet o Gauguin, se sirvieron de las fotografías para sus trabajos y tradujeron sus composiciones a su propio lenguaje. A pesar de no haber nada de malo en ello, la mayoría de los autores ocultaron los originales por miedo a que su utilización le restara valor a su obra. Un concienzudo trabajo de rastreo ha terminado por sacar a la luz algunos asombrosos hallazgos:

1. Paul Gauguin

Fotografía de Henry Lemasson, y la obra Madre e hija, de Gauguin
2. Paul Cezanne

Bañista, de Paul Cezanne
3. Toulouse Lautrec


La Troupe, de Toulouse Lautrec (Seguir leyendo)Pareja en un bar, 1891 Jane Avril
4. Vincent Van Gogh

La madre del pintor, 1888
Retrato del pintor belga E. Boch, 1888
5. Edgar Degas

Después del baño, 1896El Vizconde Lepic con sus hijas y su perro AlbrecktEnsayo de ballet con escalera de caracol. 1877
¿El retrato de Van Gogh?

A principios de los años 90 un artista llamado Tom Stanford ojea antiguas fotografías en un anticuario y descubre un daguerrotipo que le resulta vagamente familiar. Lo compra por un dólar y se lo lleva a su casa. Una vez allí, y tras un concienzudo análisis de la fotografía, llega a la conclusión de que se trata del mismísimo Van Gogh. Los datos concuerdan; el retrato es obra del fotógrafo Víctor Morin, que se dedicó a tomar fotografías de clérigos locales de Bruselas hacia 1886. Sin embargo, a la pregunta de si Van Gogh pudo pintar su autorretrato a raíz de de esta supuesta fotografía, el Museo Van Gogh de Ámsterdam tiene una clara respuesta: NO.

La obsesión de Degas

Renoir y Mallarmé fotografiados por DegasTal y como explica el profesor González García, los progresivos avances técnicos del medio, el abaratamiento y el lanzamiento comercial de la cámara Kodak, facilitaron que muchos pintores se dedicaran a la fotografía como aficionados, sin abandonar la pintura. Y en este aspecto Edgar Degas fue un auténtico pionero dada su obsesión por la fotografía.

La imagen superior (ver completa) muestra a dos de sus amigos, nada menos que el poeta Stepháne Mallarmé y al pintor Auguste Renoir, posando juntos para Degas. En el espejo, como un fantasma velazqueño, podemos distinguir a Degas y su cámara, además de la esposa y la hija de Mallarmé. Según explicó el poeta Paul Valery, la fotografía precisó “nueve lámparas de aceite... y un terrible cuarto de hora de inmovilidad por parte de los protagonistas".

Edgar DegasEn octubre de 1895, Julie Manet anota en su diario: “El señor Degas sólo piensa en la fotografía. Nos ha invitado a todos a cenar con él la semana que viene, y va a retratarnos con luz artificial”. En efecto, a la hora de realizar una fotografía, Degas se convertía en un auténtico perfeccionista, ordenando a sus invitados que adoptaran tal o cual postura o que miraran a la cámara en determinada actitud. “En momentos como aquél, - explicaba un testigo de aquellas sesiones – sus amigos siempre se referían a él con auténtico terror. Si le invita para una velada, ya sabe lo que puede esperar: dos horas de obediencia militar”.

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