"Puestos al fuego, todos los escritores se deshacen como el tocino. La materia de sus cuerpos suele correr una suerte aciaga, como si el destino ejerciera de barrera infranqueable para sus esqueletos pero no para sus escritos" (...) "Raras veces sobrevive algún vestigio, por eso la más mínima pista se guarda como oro en paño. En el pequeño Centro de Documentación Teatral de Barcelona se conserva el metacarpo de la mano derecha de don Pedro Calderón de la Barca, expuesto en una vitrina como si se tratara de una reliquia de santo. Pequeño e incorrupto, el dedo de Calderón descansa tras el cristal con aires de hueso para el caldo. Nada ha sobrevivido del cuerpo del dramaturgo, solo ese dedo impertinente que, desde la noche de los tiempos, señala en dirección a nuestro destino cierto".
Podéis leer más en una nueva entrega de la "Guía para perplejos"
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