La idea de construir un puente sobre el estrecho de Bering ha sido un sueño largamente acariciado por algunos ingenieros y uno de los mayores retos tecnológicos de la Humanidad. A pesar de que la posibilidad de unir dos continentes en una de las regiones más extremas de la Tierra sigue poniendo a prueba los límites de la imaginación humana, existen algunos elementos que nos permiten pensar en un desarrollo no muy lejano, dados los beneficios estratégicos y económicos que podría deparar el proyecto. (Seguir leyendo) (In English)
Los autores del fascinante documental “Bering Strait Bridge”, de Discovery Channel, especulan sobre esta posibilidad desde un punto de vista técnico, analizando los elementos que se harían necesarios para construir semejante estructura. Dadas las condiciones meteorológicas de la zona, el puente no solo tendría que superar las dimensiones hasta ahora conocidas sino que tendría que enfrentarse a un mar enfurecido, a la embestida de gigantescos icebergs y a temperaturas de hasta 50 grados bajo cero.
Esta circunstancia obligaría a construir unos pilares lo suficientemente fuertes como para resistir las embestidas de los grandes témpanos que cruzan el mar de Bering. Para ello, se calcula que los pilares deberían tener un peso de unas 50.000 toneladas y una altura de 40 plantas, además de estar provistos de un diseño afilado como el casco de un buque rompehielos. En total, para cubrir la distancia de 85 kilómetros que separa los territorios de Siberia y Alaska, serían necesarios más de 200 pilares y el hormigón empleado daría para constuir 140 Empire State Buildings.
A pesar de las dificultades, el proyecto contaría con una ventaja natural nada despreciable, como es la existencia de las islas Diómedes justo a mitad de camino. De esta manera, sería necesaria la construcción de dos tramos de 40 km, igualando cada uno de ellos la longitud del mayor puente existente en la actualidad, el situado sobre el lago Pontchartrain, en Nueva Orleáns.
Una vez levantado, el puente contaría con tres alturas, una superior para camiones y coches, otra central para los trenes de alta velocidad y una tercera para las grandes tuberías de petróleo que permitirían el intercambio de crudo entre los dos continentes.
El proyecto, desde luego, supondría una catástrofe ecológica de dimensiones insospechadas sobre una de las últimas reservas naturales del mundo. Pero el dato - a la vista de la experiencia - no tendría mucho peso si se tratara de garantizar el suministro de combustible a la nación más poderosa de la Tierra.
Image credits: Discovery Channel / Más info: 1, 2
Documental: Parte I, II, III, IV, V
Gracias Alatarcete!
Si te apetece, menéalo
Los autores del fascinante documental “Bering Strait Bridge”, de Discovery Channel, especulan sobre esta posibilidad desde un punto de vista técnico, analizando los elementos que se harían necesarios para construir semejante estructura. Dadas las condiciones meteorológicas de la zona, el puente no solo tendría que superar las dimensiones hasta ahora conocidas sino que tendría que enfrentarse a un mar enfurecido, a la embestida de gigantescos icebergs y a temperaturas de hasta 50 grados bajo cero.
Esta circunstancia obligaría a construir unos pilares lo suficientemente fuertes como para resistir las embestidas de los grandes témpanos que cruzan el mar de Bering. Para ello, se calcula que los pilares deberían tener un peso de unas 50.000 toneladas y una altura de 40 plantas, además de estar provistos de un diseño afilado como el casco de un buque rompehielos. En total, para cubrir la distancia de 85 kilómetros que separa los territorios de Siberia y Alaska, serían necesarios más de 200 pilares y el hormigón empleado daría para constuir 140 Empire State Buildings.
A pesar de las dificultades, el proyecto contaría con una ventaja natural nada despreciable, como es la existencia de las islas Diómedes justo a mitad de camino. De esta manera, sería necesaria la construcción de dos tramos de 40 km, igualando cada uno de ellos la longitud del mayor puente existente en la actualidad, el situado sobre el lago Pontchartrain, en Nueva Orleáns.
Una vez levantado, el puente contaría con tres alturas, una superior para camiones y coches, otra central para los trenes de alta velocidad y una tercera para las grandes tuberías de petróleo que permitirían el intercambio de crudo entre los dos continentes.
El proyecto, desde luego, supondría una catástrofe ecológica de dimensiones insospechadas sobre una de las últimas reservas naturales del mundo. Pero el dato - a la vista de la experiencia - no tendría mucho peso si se tratara de garantizar el suministro de combustible a la nación más poderosa de la Tierra.
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Documental: Parte I, II, III, IV, V
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