En agosto de 1999 el escritor italiano Alessandro Baricco visitó la biblioteca de Lilly, en la Universidad de Indiana, y consultó los cuentos originales de Raymond Carver. Siguiendo la pista abierta pocos meses antes por The New York Times, Baricco quería comprobar si era cierto, como se había afirmado, que Carver no era el autor último de sus propios cuentos y que el editor, Gordon Lish, los había recortado sistemáticamente hasta dejarlos irreconocibles. (Seguir leyendo en la Guía para Perplejos)