
En el año 2006, mientras se construía un puente sobre el río Tajo en la autovía de la Plata, la estructura metálica del futuro puente de Arcos de Alconétar comenzó a cimbrearse de manera espectacular. Por uno u otro motivo, la estructura del puente había entrado en una especie de oscilación sin control, generando una escena de infarto para los no iniciados:
Finalmente, y pese a que el acero se doblaba como si fuera plastilina, los ingenieros tomaron el control del asunto y solucionaron el problema. Según explicó el diario Hoy, la opción que tomaron los especialistas fue la de 'tunearlo', es decir, ir soldando unos deflectores (solapas metálicas) a lo largo de todo el arco, de manera que consiguieron 'engañar' al aire y que no se produjese el denominado 'efecto túnel de viento', que causaba la vibración excesiva.
Hoy día, este puente de 400 metros es perfectamente transitable y ha recibido algún premio de Ingeniería Civil, en reconocimiento de la innovación en la Construcción.

Imprescindible igualmente la entrada de Curioso pero Inútil sobre la resonancia, donde encontraréis datos tan interesantes como éste: a los miltares se les ordena romper el paso cuando cruzan un puente una formación para evitar posibles resonancias: si entran en el puente todo el mundo pisando al compás, y ese compás coincide con la frecuencia de resonancia del puente, se producirían enormes vibraciones en pocos segundos. Mi cuñado da fe de que en Valladolid hay aún un puente con un cartel que prohíbe entrar marcando el paso (¡!).
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