Imagen: Barcroft Media
Darren Taylor, más conocido en el mundo del espectáculo como el “Profesor Splash”, se dispone el próximo día 12 a batir de nuevo su propio récord, saltando desde una altura de 11 metros sobre una pequeña piscina con apenas 30 centímetros de agua. La última vez que lo hizo fue el pasado 26 de junio, en Colorado, cuando saltó desde 10,7 metros.
Taylor, de 47 años, comenzó su carrera como saltador de trampolín profesional, pero pronto descubrió que el mundo del zambombazo circense era mucho más rentable. De esta forma, el saltador ha dedicado los últimos veinte años de su vida a despeñarse desde las alturas sobre piscinas de juguete y a romperse los tobillos, los talones y hasta los dientes. (Seguir leyendo)
Pero, ¿cómo es posible soportar semejante impacto desde el punto de vista de la Física? El ‘truco’, explica la BBC, consiste en arquear el pecho hacia delante y estirar las extremidades al límite con el objetivo maximizar la superficie de impacto. De esta forma, siempre que mantenga la cabeza hacia arriba, el agua absorbe el golpe y evita que se clave en el fondo de la piscina.
Su naturaleza corpulenta, y la colchoneta amortiguadora bajo la piscina (homologada por los responsables del récord Guiness), también tienen un importante papel en la absorción del impacto, aunque no evitan que el cuerpo de Taylor, tras chocar a 50 km/h con la superficie del agua, quede tan morado como una ciruela después de cada salto.
Taylor, que describe su propia disciplina como "la madre de todos los tripazos", da una respuesta mucho más sencilla cuando le preguntan por su secreto: “el truco está en no mirar nunca al interior de la piscina”.
Ver: How to survive a bellyflop from a height (BBC) / Splat nav at the ready (Daily Mail)