El 22 de septiembre de 1860, mientras navegaban frente a las costas heladas de la Antártida, los miembros de la tripulación del ballenero “Hope” contemplaron atónitos como los grandes acantilados de hielo se empezaban a precipitar al mar y de entre ellos surgía un enorme barco de vela desaparecido 37 años antes. (Seguir leyendo)
El resto de la historia la podéis leer en Exapamicron, uno de esos blogs a los que siempre es un placer retornar.
Actualización 27-10-08: Por algún motivo que todavía desconozco, Exapamicron ha dejado de existir tal y como lo conocíamos y el post ya no está disponible. Reproduzco aquí el fragmento del libro "Mitos y leyendas del mar", de Peter D. Jeans, tal y como aparecía en el blog:
El sorprendente encuentro del ballenero “Hope” y la goleta “Jenny”
El 22 de septiembre de 1860, el capitán Brighton del ballenero “Hope” anotó en su cuaderno de bitácora que habían dado caza a una ballena hasta el límite de la barrera helada de la Antártida, pero había logrado escapar. Una hora más tarde Brighton hizo otra anotación en el cuaderno que dejaría impresionados y perplejos a los conocedores del mar. Acababa de subir a cubierta cuando la enorme muralla de hielo empezó a desgajarse con gran estruendo y los acantilados de hielo se precipitaron al mar. Afortunadamente, el “Hope” se encontraba a unos cien metros de distancia y estaba a salvo de los derrumbes. De pronto unos tripulantes exclamaron y señalaron con pavor; acababa de aparecer lentamente un barco, del interior de una de las brechas abiertas en la pared de hielo. La jarcia de esta aparición estaba recubierta de hielo y nieve, las velas no eran más que unos jirones congelados y el barco estaba gravemente dañado, pero seguía a flote.
Lo que había espantado a los hombres de Brighton era la tripulación de aquel naufragio flotante: siete hombre de pie, envueltos en una capa de hielo tan duro como el acero, como si se trataran de estatuas de piedra. “¡El holandés errante!”, exclamaron con terror algunos tripulantes del “Hope”, pero el capitán Brighton les tranquilizó. Pidió un bote para acercarse a investigar; subió a bordo y exploró el barco en busca de alguna pista. Cuando abrió el camarote del capitán, se encontró con un hombre sentado frente a su escritorio, con una pluma en la mano para escribir en el cuaderno de bitácora; se trataba sin duda del capitán de la embarcación siniestrada. Brighton le dirigió algunas palabras pero el hombre permaneció callado, ya que estaba muerto y congelado hasta la médula. Entonces el capitán Brighton consultó el cuaderno de bitácora: el barco era una goleta inglesa llamada “Jenny”, que había recalado por última vez en el puerto peruano de Lima. La ultima anotación afirmaba que “llevamos 71 días sin comida. Soy el único que queda con vida”.
La anotación estaba fechada el 4 de mayo de 1823. La goleta “Jenny” había pasado alrededor de treinta y siete años atrapada y comprimida por las paredes de hielo en la orilla de la Antártida. En otro camarote hallaron el cuerpo de una mujer, perfectamente preservado como los demás tripulantes por el gélido clima de aquella región.
Los tripulantes del “Hope” organizaron un funeral marítimo por los nueve fallecidos y a su regreso a Inglaterra, el capitán Brighton entregó el cuaderno de bitácora y relató a las autoridades navales la insólita historia de la goleta “Jenny”, prisionera del hielo.
Libro: Mitos y leyendas del mar, Peter D. Jeans
El resto de la historia la podéis leer en Exapamicron, uno de esos blogs a los que siempre es un placer retornar.
Actualización 27-10-08: Por algún motivo que todavía desconozco, Exapamicron ha dejado de existir tal y como lo conocíamos y el post ya no está disponible. Reproduzco aquí el fragmento del libro "Mitos y leyendas del mar", de Peter D. Jeans, tal y como aparecía en el blog:
El sorprendente encuentro del ballenero “Hope” y la goleta “Jenny”
El 22 de septiembre de 1860, el capitán Brighton del ballenero “Hope” anotó en su cuaderno de bitácora que habían dado caza a una ballena hasta el límite de la barrera helada de la Antártida, pero había logrado escapar. Una hora más tarde Brighton hizo otra anotación en el cuaderno que dejaría impresionados y perplejos a los conocedores del mar. Acababa de subir a cubierta cuando la enorme muralla de hielo empezó a desgajarse con gran estruendo y los acantilados de hielo se precipitaron al mar. Afortunadamente, el “Hope” se encontraba a unos cien metros de distancia y estaba a salvo de los derrumbes. De pronto unos tripulantes exclamaron y señalaron con pavor; acababa de aparecer lentamente un barco, del interior de una de las brechas abiertas en la pared de hielo. La jarcia de esta aparición estaba recubierta de hielo y nieve, las velas no eran más que unos jirones congelados y el barco estaba gravemente dañado, pero seguía a flote.
Lo que había espantado a los hombres de Brighton era la tripulación de aquel naufragio flotante: siete hombre de pie, envueltos en una capa de hielo tan duro como el acero, como si se trataran de estatuas de piedra. “¡El holandés errante!”, exclamaron con terror algunos tripulantes del “Hope”, pero el capitán Brighton les tranquilizó. Pidió un bote para acercarse a investigar; subió a bordo y exploró el barco en busca de alguna pista. Cuando abrió el camarote del capitán, se encontró con un hombre sentado frente a su escritorio, con una pluma en la mano para escribir en el cuaderno de bitácora; se trataba sin duda del capitán de la embarcación siniestrada. Brighton le dirigió algunas palabras pero el hombre permaneció callado, ya que estaba muerto y congelado hasta la médula. Entonces el capitán Brighton consultó el cuaderno de bitácora: el barco era una goleta inglesa llamada “Jenny”, que había recalado por última vez en el puerto peruano de Lima. La ultima anotación afirmaba que “llevamos 71 días sin comida. Soy el único que queda con vida”.
La anotación estaba fechada el 4 de mayo de 1823. La goleta “Jenny” había pasado alrededor de treinta y siete años atrapada y comprimida por las paredes de hielo en la orilla de la Antártida. En otro camarote hallaron el cuerpo de una mujer, perfectamente preservado como los demás tripulantes por el gélido clima de aquella región.
Los tripulantes del “Hope” organizaron un funeral marítimo por los nueve fallecidos y a su regreso a Inglaterra, el capitán Brighton entregó el cuaderno de bitácora y relató a las autoridades navales la insólita historia de la goleta “Jenny”, prisionera del hielo.
Libro: Mitos y leyendas del mar, Peter D. Jeans