“Los números siempre me han parecido lo más real que hay. Por eso siempre veo números por todas partes. Por ejemplo, veo algo y digo “eso me parece un 131, y eso otro me parece un 52”, pero siempre pensaba que eso era lo normal en todo el mundo”. El autista Daniel Tammet no sólo es una de las mentes más brillantes del planeta sino un auténtico enigma para los investigadores. Su capacidad para realizar cálculos o para aprender idiomas ha desbordado todas las previsiones imaginables: es capaz de recitar 22.514 dígitos de Pi de memoria durante cinco horas o de aprender a hablar islandés correctamente en una semana. Y, a diferencia de otros autistas, Tammet es capaz de explicar cómo lo hace. (Seguir leyendo)
“Yo tengo una relación con los números muy similar a la que el resto de la gente tiene con el lenguaje”, explica en una entrevista con New Scientist. “Las palabras solo tienen sentido dentro de una red de interconexiones y a mí me pasa lo mismo con los números. Cuando alguien me dice un número, visualizo inmediatamente cómo se relaciona con los otros números… Cada número tiene una textura, si es un número “granuloso”, mi mente lo asocia al momento con otros números “granulosos”. El 37, por ejemplo, es el típico número que se me aparece como granuloso. Así que 111, que es tres veces 37, lo veo como granuloso pero también como redondo”.
El proceso que se produce en el cerebro de Tammet tiene relación con la sinestesia. Algunos números le parecen bonitos o feos y es capaz de saber, de un solo vistazo, si está ante un número primo o compuesto. “Siento los números de una forma muy visual”, asegura, “usando colores, texturas, formas, y secuencias de cifras que forman paisajes en la mente”. Así, por ejemplo, el número 1 se le presenta como algo brillante, el 2 es como un movimiento de derecha a izquierda y el 5 es “como si fuera un trueno o el sonido de una ola contra una roca”.
Los investigadores llevan tiempo tratando de dilucidar cómo funciona la mente de Tammet a la hora de afrontar los cálculos. “Veo imágenes, formas y pautas", asegura él, "es como una especie de cuadrado, con una textura como la de las gotas de agua, parecido a ondas”. Su forma de multiplicar, por ejemplo, es un método tan sencillo como misterioso. En su mente aparecen dos formas asociadas a cada cifra y el resultado es el número, o la forma, que sirve para cubrir el hueco entre ambas cifras. Un proceso extraordinario que tal vez nos conduzca algún día hacia una nueva forma de entender las matemáticas.
Enlace: Inside the mind of an autistic savant (New Scientist) / Vía: Digg / Una mente privilegiada (Google video)
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“Yo tengo una relación con los números muy similar a la que el resto de la gente tiene con el lenguaje”, explica en una entrevista con New Scientist. “Las palabras solo tienen sentido dentro de una red de interconexiones y a mí me pasa lo mismo con los números. Cuando alguien me dice un número, visualizo inmediatamente cómo se relaciona con los otros números… Cada número tiene una textura, si es un número “granuloso”, mi mente lo asocia al momento con otros números “granulosos”. El 37, por ejemplo, es el típico número que se me aparece como granuloso. Así que 111, que es tres veces 37, lo veo como granuloso pero también como redondo”.
El proceso que se produce en el cerebro de Tammet tiene relación con la sinestesia. Algunos números le parecen bonitos o feos y es capaz de saber, de un solo vistazo, si está ante un número primo o compuesto. “Siento los números de una forma muy visual”, asegura, “usando colores, texturas, formas, y secuencias de cifras que forman paisajes en la mente”. Así, por ejemplo, el número 1 se le presenta como algo brillante, el 2 es como un movimiento de derecha a izquierda y el 5 es “como si fuera un trueno o el sonido de una ola contra una roca”.
Los investigadores llevan tiempo tratando de dilucidar cómo funciona la mente de Tammet a la hora de afrontar los cálculos. “Veo imágenes, formas y pautas", asegura él, "es como una especie de cuadrado, con una textura como la de las gotas de agua, parecido a ondas”. Su forma de multiplicar, por ejemplo, es un método tan sencillo como misterioso. En su mente aparecen dos formas asociadas a cada cifra y el resultado es el número, o la forma, que sirve para cubrir el hueco entre ambas cifras. Un proceso extraordinario que tal vez nos conduzca algún día hacia una nueva forma de entender las matemáticas.
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