De todas las formas que existen para botar un barco, el lanzamiento lateral es la más espectacular. El buque se deja caer desde lo alto del dique hasta la superficie, donde la mole se balancea y levanta una masa de agua. En ocasiones, como veréis en los siguientes vídeos, la inclinación del barco pone los pelos de punta. (Seguir leyendo)
Las tres modalidades más habituales de botadura, según Wikipedia, son la longitudinal, que consiste en soltar el barco con la popa por delante, la botadura lateral y la botadura por inmersión, mediante diques inundables.
El problema fundamental, y lo que obliga a realizar todo tipo de cálculos, es la resistencia del casco al impacto con el agua. La botadura de costado ofrece algunas ventajas como que toda la maniobra se desarrolla de forma horizontal y el impacto está más distribuido o que la colocación de las rampas resulta más sencilla.
Este tipo de lanzamiento se practica desde el siglo XIX y se generalizó a partir de la II Guerra Mundial, en astilleros de aguas interiores como rías y lagos. A pesar de su práctica extendida, algunos técnicos señalan los peligros que entraña esta botadura, ya que “una vez que se suelta el barco ya no hay vuelta atrás”.
De hecho, existe un riesgo de que el barco sufra daños durante la botadura, ya que si el ángulo de caída es demasiado grande puede llegar a zozobrar.
Aunque en algunas ocasiones, como veréis, el peligro lo corren los espectadores que acuden a ver la botadura:
Vía: Uniquedaily / Archivado en Ingeniería extrema
Si te ha gustado, menéalo
Las tres modalidades más habituales de botadura, según Wikipedia, son la longitudinal, que consiste en soltar el barco con la popa por delante, la botadura lateral y la botadura por inmersión, mediante diques inundables.
El problema fundamental, y lo que obliga a realizar todo tipo de cálculos, es la resistencia del casco al impacto con el agua. La botadura de costado ofrece algunas ventajas como que toda la maniobra se desarrolla de forma horizontal y el impacto está más distribuido o que la colocación de las rampas resulta más sencilla.
Este tipo de lanzamiento se practica desde el siglo XIX y se generalizó a partir de la II Guerra Mundial, en astilleros de aguas interiores como rías y lagos. A pesar de su práctica extendida, algunos técnicos señalan los peligros que entraña esta botadura, ya que “una vez que se suelta el barco ya no hay vuelta atrás”.
De hecho, existe un riesgo de que el barco sufra daños durante la botadura, ya que si el ángulo de caída es demasiado grande puede llegar a zozobrar.
Aunque en algunas ocasiones, como veréis, el peligro lo corren los espectadores que acuden a ver la botadura:
Vía: Uniquedaily / Archivado en Ingeniería extrema
Si te ha gustado, menéalo