Evolución en vivo: los lagartos de las dunas blancas

07 enero 2010

Para un amante de Biología no hay nada más fascinante que contemplar el proceso evolutivo en plena acción. La doctora Erica Rosenblum, de la Universidad de Idaho, lleva casi una década estudiando los lagartos del desierto de White Sands, en Nuevo México, y ha descubierto que varias especies han aclarado su piel en apenas unos miles de años y ahora pasan desapercibidas en las arenas blancas. Pero su descubrimiento es aún más interesante: especies distintas han llegado a la misma solución a través de mutaciones diferentes, como si la Naturaleza se las apañara siempre para encontrar una salida. (Seguir leyendo)

El proceso geológico que formó este desierto de White Sands fue bastante rápido y sucedió hace apenas 6.000 años. Como ha ocurrido en otros entornos, este cambio súbito puso a los lagartos de color marrón en el punto de mira: empezaron a ser demasiado visibles para los depredadores y aquellos cuya piel era más clara se vieron favorecidos para la supervivencia.

Hasta aquí, el proceso recuerda al ejemplo clásico de las mariposas del abedul de Manchester, un lepidóptero nocturno que terminó mutando a colores más oscuros durante la revolución industrial. El hollín de las fábricas oscurecía los árboles donde habitaban las mariposas, de forma que aquellas de color blanco tenían muchas menos posibilidades de sobrevivir. Finalmente, la selección natural terminó por oscurecer a toda la especie.

Desierto de White Sands. Imagen: Chris Shutter (Flickr)

Pero el estudio de la doctora Rosenblum, publicado en diciembre en Proceedings of the National Academy of Sciences, tiene otras implicaciones.

La sorpresa viene por el hecho de que son tres las especies de lagartos que han cambiado al color blanco. Mediante el estudio de su ADN, Rosemblum y su equipo han determinado que en dos de ellas el cambio genético ha sido el mismo, pero en la tercera se ha llegado al mismo resultado por una vía diferente.

En concreto, el cambio se produjo en el gen que activa la melanina (Mc1r) – que actúa como un “interruptor” del color de la piel, según Rosemblum – pero en dos de las especies el receptor está situado en un sitio “incorrecto” de la cadena y el gen es dominante, mientras que en la otra especie el gen es recesivo y necesita dos copias o generaciones


Lo fascinante del estudio de Rosenblum es que se trata de una curiosa variante de lo que en Biología se llama “convergencia evolutiva”, el proceso por el que especies diferentes adquieren rasgos parecidos o soluciones iguales por vías distintas. Por poner algunos ejemplos, y simplificando, se trata del mismo mecanismo por el que diferentes procesos han llevado al desarrollo de ojos (cefalópodos vs vertebrados, p.ej.), sistemas de ecolocalización (murciélagos, delfines y pájaros), o soluciones morfológicas casi idénticas (oso hormiguero vs cerdo hormiguero, p.ej.).

En definitiva, el estudio de los lagartos blancos de Nuevo México aporta otra prueba de que el proceso evolutivo es una fuerza imparable y actúa en muchos campos a la vez, generando soluciones distintas. De hecho, el proceso continúa en marcha en muchos otros lugares, como la zona volcánica, no muy lejos de White Sands, donde se estudia a unos ratones que ahora son negros y se confunden con la lava.

En el propio desierto de White Sands, explica Rosenblum, algunas variedades de grillos, ratones y arañas también están adquiriendo el color blanco. Es posible que terminen dando como resultado una especie disntinta y específica de este desierto.

Vía: White Lizards Evolve in New Mexico Dunes (The New York Times). Más info: 1, 2, 3