El novelista que dejó de reconocer las letras

22 junio 2010

El 31 de julio del año 2001, el novelista canadiense Howard Engel se levantó de la cama, se hizo el desayuno y recogió el periódico de la puerta. Un instante después, contempló la portada del Toronto Globe and Mail y tuvo la sensación de estar leyendo un diario “en serbo-croata o coreano”, una lengua que jamás había visto y no reconocía. Aunque tardó en comprenderlo, Engel había perdido súbitamente su capacidad para reconocer las letras.

Este cuadro, conocido como “alexia” o “ceguera a las palabras”, se caracteriza por la pérdida total de la capacidad de reconocer visualmente lo escrito, y en su caso estaba causado por un ictus cerebral. Una vez superado el ataque, el daño cerebral permaneció y Engel pensó que su vida como escritor de novelas policíacas había terminado para siempre.

Sin embargo, y para su propia sorpresa, Engel no tardó en descubrir que había perdido su facultad para leer pero no así su capacidad para escribir. Si describía con la mano el trazado de una letra sobre un papel, por ejemplo, era capaz de entender su significado y recuperar el sentido de lo escrito.


Tal y como relata el neurólogo Oliver Sacks en su próximo libro (The Mind's Eye), y como resume la cadena NPR en un magnífico artículo, Engel había dejado de ver las palabras con sus ojos porque su córtex visual estaba dañado. Pero podía “ver” las letras cuando activaba la parte motor de su cerebro, la que recuerda cómo se escriben las letras, y por ello empezó por trazar las letras en papeles, o en el aire, para ir recuperando lentamente el sentido de las palabras.

Después de aquel episodio, Engel ha sido capaz de escribir un par de libros, en uno de los cuales describe la peripecia de un personaje que pasa por su misma situación (The Man Who Couldn't Read). Lo más sorprendente es que ha conseguido recuperar el don de la lectura mediante un apaño bastante ingenioso: traza la forma de las letras con su lengua sobre el paladar de manera que su cerebro pueda entenderlas.

Su caso es un ejemplo más de la versatilidad del cerebro, cuyos lóbulos son capaces de asumir las funciones de zonas que han sufrido daños irreparables mediante una fascinante reconversión.

Enlace: The Writer Who Couldn't Read (NPR). El vídeo es una preciosa explicación de Robert Krulwich con dibujos de Lev Yilmaz.

* El libro de Oliver Sacks sale en octubre. Con estos aperitivos, la espera se va a hacer larga :-)

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