Todas las mañanas, cuando sale de su casa, Oliver Sacks reconoce a sus vecinos por los perros que pasean. La joven que lleva un perro grande y marrón, la señora que pasea un golden retriever… Si esas mismas personas se cruzaran con él sin el perro, el famoso neurólogo pasaría de largo sin saludar porque es incapaz de reconocer las caras: sufre prosopagnosia.
Aunque no es la primera vez que Oliver Sacks habla de sí mismo como paciente (ya nos relató su peripecia neurológica en “Con una sola pierna”, sus migrañas con aura, e incluso su falta de orientación espacial en algunas otras obras), su último libro es una especie de revisión de sí mismo como caso clínico.
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Un paciente llamado Oliver Sacks
02 diciembre 2010
Escrito por Aberrón a las 9:57 | 6 comentarios »