La cueva de los sueños olvidados

19 enero 2011

Imagen: Revista Time, Feb 1995. (Fuente)

El domingo 18 de diciembre de 1994, tres espeleólogos franceses abrieron una puerta que llevaba 25.000 años cerrada. Mientras paseaban por cerca del río Ardèche, Jean-Marie Chauvet, Éliette Brunel y Christian Hillaire detectaron una grieta en el suelo que llamó su atención y regresaron al cabo de unas horas con el equipamiento necesario para explorarla. Una vez preparados, se descolgaron con cuerdas y accedieron a una gran cámara, de techos muy altos, y un suelo lleno de huesos de animales. Al enfocar con su lámpara a uno de los saledizos del techo, Brunel descubrió un pequeño mamut pintado en color ocre sobre la pared y no pudo evitar exclamar: “¡Ellos estuvieron aquí!”

¿A quién se refería con la expresión “ellos”? Los autores de aquel mamut pintado en la pared dejaron cientos de pinturas en las galerías de la cueva, las huellas humanas más antiguas datadas hasta la fecha, si los cálculos de los científicos son correctos, y una de las colecciones de arte rupestre más valiosas y sorprendentes del mundo. A lo largo de los 400 metros de la cueva de Chauvet, se han encontrado más de un centenar de pinturas de animales que representan a trece especies diferentes, desde rinocerontes a bisontes o ciervos gigantes, y una abundancia poco habitual de predadores, como los leones, panteras y hienas que se amontonan en las partes más profundas de la cueva.


Quien quiera que fueran aquellos artistas, fueron capaces de elaborar unos trazos más sofisticados que los de pinturas datadas en fechas posteriores y de raspar las paredes de la cueva para pintar mejor o simular la tercera dimensión. Después, desaparecieron de aquel lugar y la entrada de la cueva quedó sepultada durante miles de años hasta que Chauvet y sus amigos descubrieron la hendidura y aquel tesoro perfectamente conservado en su interior. “Los restos parecen tan frescos”, asegura uno de los arqueólogos que han tenido ocasión de inspeccionar la cueva, “que da la impresión de que acabamos de interrumpir a los “auriñacienses” en su tarea y acaban de salir precipitadamente”. (Seguir leyendo)

Seducido por la lectura de un artículo sobre la cueva de Chauvet en The New Yorker (ver Fisrt Impressions), el inquieto director Werner Herzog decidió dedicarle su siguiente documental y rodarlo en tres dimensiones para mostrar las sutilezas formales de aquellos primeros artistas. El tráiler de la película ("La cueva de los sueños olvidados"), que se ha publicado hace unos días, permite respirar ese ambiente inquietante de los documentales de Herzog y asomarse a las profundidades de este santuario de los primeros humanos, donde se autoriza a bajar sólo a unos cuantos especialistas.



A medida que se desciende por la cueva, las concentraciones de dióxido de carbono y de radón comienzan a ser peligrosas y pueden provocar alucinaciones. La distribución de las pinturas en la cueva, en etapas progresivas que llevan hasta una oscura cámara donde uno parece rodeado de monstruos, ha llevado a algunos autores a especular con la posibilidad de que la cueva fuera utilizada en una especie de rito “chamánico” de descenso al inframundo.

Mientras se desentraña el misterio, las palabras de Brunel al ver el primer mamut siguen resonando en el interior de la cueva. “¡Ellos estuvieron aquí!”. La respuesta a quiénes eran “ellos”, como apunta el artículo que inspiró a Herzog, tiene mucho que ver con otra más directa: quiénes somos nosotros y qué hacíamos allí hace 30.000 años.


* Nota: Aunque son muy pocos los que pueden bajar a la cueva, tienes la oportunidad de hacer un recorrido virtual en la web oficial. Recomendable.

Ver también: First Impressions (The New Yorker), Cueva de Chauvet (Wikipedia) | La caverna de las ideas (Página 12)