Desde el cielo tiene el aspecto de un gigante abatido en el paraíso. Este amasijo de hierros, conocido un día como World Discoverer, se quedó varado en esta ensenada de la islas Salomón en abril del año 2000 y desde entonces ha estado esperando el rescate, mientras los locales se llevaban las ventanas y todo lo que podían a sus casas y el país vivía una guerra civil.
El World Discoverer, como su propio nombre indica, era un barco explorador. Había recorrido el mundo, desde Dinamarca a Singapur o la Antártida, hasta que una travesía por el pasaje de Sandfly y un arrecife traicionero llevaron el barco a pique y a un retiro precipitado en mitad de la jungla. Desde entonces se han sucedido los intentos de rescate y las bancarrotas, y el barco se ha convertido en un pequeño reclamo para turistas, visible desde Google Maps.
El barco sigue tendido en la isla de Nggela y no hay mucha información sobre él. Si alguien acudiera remando desde el otro lado de la isla pensaría por un momento que está en un capítulo de Perdidos, ante esta visión espectral. La madera de la cubierta se ha podrido y se ha llenado de plantas y arbolitos, lo que le da un aire de extraño jardín. Hay una foto por ahí de unos chavales mirando el cadáver del mostruo, esperando, quizá, a que asome el oso polar.
Han pasado once años y el barco seguirá por mucho tiempo allí. Echando la vista atrás, las imágenes aéreas tomadas en las primeras horas del accidente siguen causando una sensación irreal, como si no pudiéramos recordar en qué película de Spielberg las hemos visto ya:
Archivado en Abandonos | Vía: Atlas Obscura | Ver también: El American Star (Fogonazos)