Imagen: GVFI
Caminan a través de la selva. A sus espaldas cargan varios monos que acaban de capturar y de cuyas heridas aún mana la sangre. Cualquier corte abierto en la piel, en las manos de estos cazadores cameruneses, podría facilitar un intercambio de fluidos entre las dos especies. Ya ha sucedido otras veces. Una cepa de virus del primate podría saltar al cazador, extenderse al resto de habitantes de su aldea y de ahí a una gran población, quizá al resto del mundo. Ébola, VIH, SARS…, todas han llegado hasta nosotros por un proceso parecido.
Pero estos cazadores han tomado precauciones. Saben del peligro y no solo lo evitan, sino que llevan unos filtros con los que toman muestras de sangre de cada animal capturado. Su caza tiene dos objetivos: los propios monos y los virus en su sangre. Las muestras servirán para detectar amenazas y frenar un posible salto de especie. Ellos son el primer eslabón de la Iniciativa para la Predicción Global de Virus (Global Viral Forecasting Initiative), una red que persigue detectar la próxima epidemia letal antes de que se cobre millones de vidas.
Podéis seguir leyendo el artículo que hemos escrito este mes para la revista Quo en: Cazadores de virus (Quo)