Enterrados en el centro de Londres, muy cerca del Puente de la Torre, los únicos testigos de la mayor tragedia que ha vivido la ciudad han permanecido ocultos durante siglos. Hasta el año 1986, en que se realizaron las primeras excavaciones, no quedó al descubierto el cementerio de East Smithfield y sus más de 2.000 cadáveres fallecidos como consecuencia de la peste negra, la epidemia que azotó la ciudad y acabó con buena parte de la población europea en apenas unos años. (...)
Siete siglos después, un equipo de investigadores liderados por el profesor Johannes Krause de la universidad alemana de Tubinga ha recogido muestras genéticas de cuatro de los cadáveres de East Smithfield y ha reconstruido el borrador del genoma de la bacteria Yersinia pestis, el agente que llegó desde oriente y se transmitió de las pulgas a las ratas negras y de las ratas a los hombres.
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