Imagen: Kurt Joy (Flickr)
Más allá del estrecho de McMurdo, avanzando tierra adentro desde el Marble Point, se encuentra una de las regiones más extremas de la Tierra. Conocidos como los Valles secos (Dry Valleys), esta región constituye la mayor zona de la Antártida desprovista de hielo. Debido a la disposición de las montañas y a los vientos de más de 300 kilómetros por hora, el ambiente aquí es tan extremadamente seco que ni siquiera hay lugar para el hielo o la nieve.
Las primeras expediciones que llegaron a este lugar se fijaron en un detalle inquietante. Aquí y allá, el paisaje está salpicado por pequeños cuerpos, cadáveres acartonados de focas que parecen haber avanzado tierra adentro hasta encontrar la muerte. Los cuerpos de estas focas se encuentran por decenas, algunos de ellos a 70 kilómetros tierra adentro y a altitudes de más de 1.500 metros, como si alguna fuerza extraña las hubiera arrastrado hacia una muerte cierta. ¿Por qué avanzan las focas hacia el interior del continente y continúan obstinadas su viaje hacia las tierras altas y secas? (Seguir leyendo)
Aunque la mayoría tienen la apariencia de llevar pocos días muertas, los resultados de la datación con carbono 14 dicen lo contrario. Algunos ejemplares tienen cientos o miles de años de antigüedad, aunque la mayoría tiene solo unas décadas. El viento seco deshidrata la piel de los animales y somete el cadáver a un proceso de momificación natural. Cuando lleva demasiado tiempo bajo estas condiciones extremas, la piel se termina desconchando y sobre el terreno queda un amasijo de huesos.
En algunos lugares, como destacan en Cool Antarctica, muchos de estos cuerpos desecados aparecen en grupo y en la misma posición, con lo que dan la impresión de haber llegado al lugar juntos tras un largo camino. El análisis de los cuerpos, sin embargo, demuestra que llegaron hasta los valles secos en fechas muy diferentes y que la acumulación se ha producido a lo largo de muchos años.
El testimonio sobre este raro comportamiento aparece ya desde el descubrimiento de los valles. En la expedición del Discovery, comandada por el capitán Scott en 1905, el doctor Wilson registra el hallazgo de estos cuerpos de focas en los lugares más insospechados. "No era raro encontrar restos de focas muertas a muchas millas de la costa, y en lo alto de los mayores glaciares...", escribe. "No una, sino muchas fueron encontradas por Ermitage a una altura de 2.000 pies y a entre 20 y 30 millas de la costa".
En un interesante trabajo publicado en 2007 (ver PDF), David Balham cree que estos primeros expedicionarios no le dieron demasiada importancia al detalle creyendo que las focas entraban a morir tierra adentro como sucedía con los cementerios de elefantes. Aunque no tenía mucho sentido, dado que la mayoría de los ejemplares son jóvenes. Muchos años después, a finales de la década de los 50, el estadounidense Troy Péwé identificó 90 focas momificadas en las zonas libres de nieve del estrecho de McMurdo y fue el primero de una larga serie de expedicionarios que registraron la presencia de los cadáveres.
El motivo por el que las focas se suicidan avanzando hacia el interior de los valles secos no está claro, pero los científicos tienen algunas pistas. La mayoría de cuerpos pertenecen a ejemplares jóvenes, casi todos menores de un año, por lo que la explicación más sencilla es que cuando llega el invierno toman la dirección equivocada y avanzan tierra adentro en lugar de buscar la costa. El análisis de los cadáveres da algunas pistas sobre la horrible muerte que encuentran estos animales en su confusión. Su piel presenta heridas por los cortes con las rocas y en sus estómagos se encuentran cantidades considerables de tierra, lo que apunta a un intento desesperado de alimentarse antes de morir de hambre.
Un estudio pionero realizado en 1967 por zoólogos australianos ya apuntaba que la causa principal de estas misteriosas muertes era la desorientación. "Sugerimos que la presencia de estos cadáveres de foca cangrejera en los valles secos", escriben sus autores, "podrían ser el resultado de las siguientes circunstancias: algunos de las focas inmaduras pierden la migración anual de otoño hacia el norte; la dispersión aleatoria de estos jóvenes desorientados, junto con los efectos de la disposición orográfica, conduce a la entrada de estas focas en el sistema de los Valles secos. A esto le sigue la muerte por inanición de estas focas y, como los cuerpos no son enterrados en nieve ni en hielo, se momifican. Así pues, una parte de las focas jóvenes que se desorientan al emigrar en otoño quedan conservadas a la vista en los valles libres de hielo".
A pesar de que los cadáveres de focas son mayoritarios, también es posible encontrar algún pingüino momificado en este recóndito y seco lugar de la Antártida. Su número es menor porque se desenvuelven mejor en el hielo y son menos propensos a perderse, pero aún así hay alguno que pierde el "norte" y se introduce en estos valles de los que nunca podrán salir. Si alguno de vosotros ha visto el maravilloso documental de Werner Herzog "Encuentros en el fin del mundo", recordará la mítica escena del pingüino que se marcha tierra adentro hacia una muerte cierta. La escena es el broche perfecto para esta historia:
Enlaces: Mummified Seal Carcases in a Deglaciated Region of South Victoria Land, Antarctica (1967) | Mummified seal - Dry Valleys (Cool Antarctica) | The Mummified Seals of the Dry Valleys: a Literature Review (PDF)
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Imagen: Gordon Bromley (Flickr)
En algunos lugares, como destacan en Cool Antarctica, muchos de estos cuerpos desecados aparecen en grupo y en la misma posición, con lo que dan la impresión de haber llegado al lugar juntos tras un largo camino. El análisis de los cuerpos, sin embargo, demuestra que llegaron hasta los valles secos en fechas muy diferentes y que la acumulación se ha producido a lo largo de muchos años.
El testimonio sobre este raro comportamiento aparece ya desde el descubrimiento de los valles. En la expedición del Discovery, comandada por el capitán Scott en 1905, el doctor Wilson registra el hallazgo de estos cuerpos de focas en los lugares más insospechados. "No era raro encontrar restos de focas muertas a muchas millas de la costa, y en lo alto de los mayores glaciares...", escribe. "No una, sino muchas fueron encontradas por Ermitage a una altura de 2.000 pies y a entre 20 y 30 millas de la costa".
En un interesante trabajo publicado en 2007 (ver PDF), David Balham cree que estos primeros expedicionarios no le dieron demasiada importancia al detalle creyendo que las focas entraban a morir tierra adentro como sucedía con los cementerios de elefantes. Aunque no tenía mucho sentido, dado que la mayoría de los ejemplares son jóvenes. Muchos años después, a finales de la década de los 50, el estadounidense Troy Péwé identificó 90 focas momificadas en las zonas libres de nieve del estrecho de McMurdo y fue el primero de una larga serie de expedicionarios que registraron la presencia de los cadáveres.
El motivo por el que las focas se suicidan avanzando hacia el interior de los valles secos no está claro, pero los científicos tienen algunas pistas. La mayoría de cuerpos pertenecen a ejemplares jóvenes, casi todos menores de un año, por lo que la explicación más sencilla es que cuando llega el invierno toman la dirección equivocada y avanzan tierra adentro en lugar de buscar la costa. El análisis de los cadáveres da algunas pistas sobre la horrible muerte que encuentran estos animales en su confusión. Su piel presenta heridas por los cortes con las rocas y en sus estómagos se encuentran cantidades considerables de tierra, lo que apunta a un intento desesperado de alimentarse antes de morir de hambre.
Imagen: Sandwichgirl (Flickr)
Un estudio pionero realizado en 1967 por zoólogos australianos ya apuntaba que la causa principal de estas misteriosas muertes era la desorientación. "Sugerimos que la presencia de estos cadáveres de foca cangrejera en los valles secos", escriben sus autores, "podrían ser el resultado de las siguientes circunstancias: algunos de las focas inmaduras pierden la migración anual de otoño hacia el norte; la dispersión aleatoria de estos jóvenes desorientados, junto con los efectos de la disposición orográfica, conduce a la entrada de estas focas en el sistema de los Valles secos. A esto le sigue la muerte por inanición de estas focas y, como los cuerpos no son enterrados en nieve ni en hielo, se momifican. Así pues, una parte de las focas jóvenes que se desorientan al emigrar en otoño quedan conservadas a la vista en los valles libres de hielo".
A pesar de que los cadáveres de focas son mayoritarios, también es posible encontrar algún pingüino momificado en este recóndito y seco lugar de la Antártida. Su número es menor porque se desenvuelven mejor en el hielo y son menos propensos a perderse, pero aún así hay alguno que pierde el "norte" y se introduce en estos valles de los que nunca podrán salir. Si alguno de vosotros ha visto el maravilloso documental de Werner Herzog "Encuentros en el fin del mundo", recordará la mítica escena del pingüino que se marcha tierra adentro hacia una muerte cierta. La escena es el broche perfecto para esta historia:
Enlaces: Mummified Seal Carcases in a Deglaciated Region of South Victoria Land, Antarctica (1967) | Mummified seal - Dry Valleys (Cool Antarctica) | The Mummified Seals of the Dry Valleys: a Literature Review (PDF)