El asunto parece un poco surrealista pero es así. Lo cuenta el gran Ed Yong en su blog "Not Exactly Rocket Science". Un grupo de investigadores de la universidad de Stellenbosch se ha tomado la molestia de comprobar el impacto que tiene la llegada de científicos y turistas en cuanto a la introducción de semillas de especies ajenas al ecosistema. Este hecho ocurre en todas partes, pero la Antártida es un lugar ideal para estudiarlo, ya que los visitantes son pocos y las semillas no suelen implantarse.
El estudio consistió en analizar la ropa y las pertenencias de 850 personas - un 2% del total de visitantes de un solo verano - en busca de semillas prendidas. Los voluntarios le dejaron sus cosas y el equipo de Steven Chown les pasó la aspiradora. Resultado: encontraron miles de semillas agazapadas en busca de nuevos horizontes. Extrapolando el dato, los investigadores calculan que cada año se introducen unas 70.000 semillas nuevas en la Antártida y, lo que es más curioso, los científicos son mucho más "dañinos" que los turistas.
En concreto, cuenta Yong, calculan que 7.000 científicos importaron 39.000 semillas y que 33.000 turistas importaron 32.000 semillas. La abultada diferencia se debe, según Chown, a que los científicos suelen viajar a más sitios y llevar la misma ropa, mientras que los turistas suelen llevar ropa especial y nueva a estos lugares.
Con todos estos datos, el equipo ha trazado incluso un mapa con las áreas donde esta introducción de semillas es más frecuente (la parte de la península occidental). Parece un asunto baladí, pero cada vez hay más partes del continente antártico que quedan a descubierto por el deshielo y estas semillas podrían alterar el equilibrio del ecosistema. No es que vaya a terminar como La Cosa, pero puede que algún día sea un problema.
Enlace: Scientists and tourists bring thousands of alien seeds into Antarctica (Not Exactly Rocket Science)