La rata camina por las calles de un laberinto en busca del queso. Sus bigotes rozan con las paredes y le sirven para orientarse, al tiempo que el olfato le indica la posición de su objetivo. De pronto, el animal escucha un sonido y decide tomar el camino de la derecha. Es un reflejo condicionado introducido por los investigadores, que han conseguido que la rata asocie determinado estímulo auditivo con una decisión. Un segundo después, la rata continúa su camino y se come el premio.
Hasta aquí, se trata de un experimento normal. La sutil diferencia es que la rata está soñando y el sonido ha sido introducido por los investigadores desde el exterior.
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