En la mañana del 18 de mayo de 1980, el joven fotógrafo David Crockett se encontraba en las proximidades del monte Saint Helens y tenía un presentimiento. El volcán llevaba varios días de actividad y él había conducido hasta allí la noche anterior, seguro de que iba a suceder algo. Eran las 8:32 a.m. cuando una violenta explosión sacudió su coche y la montaña comenzó a derrumbarse literalmente detrás de él. "Miré por el retrovisor y había una pared de escombros", recuerda. "El valle entero estaba desapareciendo a mi espalda".
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