En 2009, el australiano Dave Openshaw metió su pierna izquierda en un cubo lleno de hielo durante seis horas y cuando llegó al hospital los cirujanos no tuvieron más remedio que amputarle el miembro por debajo de la rodilla. Era exactamente lo que buscaba, puesto que su pierna resultaba un objeto extraño e insoportable para él. "He pasado años fantaseando con ello y por fin ya no está allí", relataba. "Me he quitado un peso de encima". Una mañana soleada de 2001, en Florida, George Boyer cogió su arma, se dirigió al patio trasero de su casa y se disparó en la pierna. Cuando llegó al hospital, los cirujanos se quedaron de una pieza cuando el chico les pedía a gritos que le amputaran la pierna a pesar de que parte era salvable. "Nadie puede imaginar el deseo irracional que he tenido desde que tengo recuerdo", explica. "Por primera vez en mi vida, soy feliz".
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