Penetrar en las profundidades del cerebro tiene algo de prospección petrolífera. El cirujano introduce una pequeña sonda, fina como un cabello, mientras el especialista le canta la distancia a la que se encuentra de su objetivo. Diez, nueve, ocho... El cero es el punto de destino y cada número arriba o abajo es una décima de milímetro. La intervención para implantar un electrodo contra el Parkinson dura alrededor de ocho horas y es una especie de viaje a ciegas hacia un mundo inexplorado, en el que hay que despertar de cuando en cuando al paciente para comprobar que no se ha provocado daño. «¿Cómo saben exactamente en qué región se encuentran?», me pregunté al asistir a una de estas operaciones. Siguen una gráfica en la que leen los impulsos eléctricos. «En función de cómo habla cada neurona –me explicó el neurocirujano Juan Antonio Barcia– sabemos en qué zona del cerebro estamos.»
El especialista capaz de interpretar el idioma de las neuronas es el neurofisiólogo, y ese es el campo en el que Xurxo Mariño lleva décadas investigando y el que se dedica a divulgar con pasión en los más diversos ámbitos. El conocimiento sobre las señales eléctricas y químicas del cerebro se ha multiplicado en pocos años, pero –como sucede con las operaciones a cerebro abierto– apenas empezamos a comprender por dónde navegamos, qué idioma hablan las neuronas y qué se dicen entre sí.
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