El escorpión corteza (Centruroides sculpturatus) es el más venenoso de Norteamérica y el depredador más temible del desierto de Arizona. Sus víctimas suelen ser grillos y pequeños insectos, pero si por casualidad se cruza un humano en su camino, los dolores ponen a la persona al borde del colapso. El dolor es tan intenso que las víctimas lo suelen describir como potentes descargas eléctricas. En este paisaje desértico, sin embargo, no es raro ver cómo otro invitado, el ratón saltamontes (Onychomys torridus), se acerca tranquilamente a uno de estos escorpiones, lo atrapa y se lo come sin inmutarse ante las sucesivas picaduras de su aguijón. Los científicos saben desde hace tiempo que esta especie de ratón ha desarrollado una resistencia al veneno del escorpión que le permite comérselo sin sentir dolor, pero, ¿cómo funciona exactamente esta estrategia?
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