Si se escudriña la superficie de la Tierra desde una altura suficiente, no es difícil encontrar los restos de una época en que los aviones se orientaban a ojo. Ya hablamos por aquí en su día de la gigantesca rosa de los vientos que el ejército de EEUU pintó cerca de la base de Dryden para que los pilotos calibraran sus mediciones, y del reguero de códigos que los bombarderos usaron para poner a punto sus cámaras de fotos y que aún se pueden ver desde Google Maps.
Pues bien. De aquella época, en que los satélites soltaban carretes de fotos desde el espacio en paracaídas, es otro insólito sistema de señales que cruzada Estados Unidos de costa a costa: una inmensa línea de flechas de cemento que sirvió para orientar a los pilotos de la línea comercial que unía Nueva York y San Francisco.
Lo resume Wicho en Microsiervos:
“Estas balizas, situadas cada 16 kilómetros, consistían en unas torres de un poco menos de 17 metros de altura con una luz encima y unas flechas de unos 15 metros de longitud construidas en hormigón y pintadas de amarillo.
Para cubrir los 4.230 kilómetros de la ruta de costa a costa hubo que instalar varios centenares de ellas, y además se instalaron balizas en otras rutas, con lo que su número aumentó aún más”.
La mayoría de estas instalaciones han desaparecido con el tiempo, pero los restos de algunas se pueden observar desde el cielo y son visibles desde Google Maps.
Vía: Tywkiwdbi y Microsiervos