Los biólogos Warwick F. Vincent y su colega Denis Sarrazin aterrizaron en la remota isla de Ward Hunt, en el Ártico canadiense, el pasado verano. La temperatura media en este lugar es de 18 grados bajo cero y el asentamiento humano más cercano está a casi 1.000 km de distancia. Su intención era recoger muestras de hielo en busca de microbios, pero en mitad de la recolección, Sarrazin divisó un punto negro en medio de la blanca planicie. Se trataba de un mojón de piedras en cuyo interior había una pequeña botella, de 250 ml, con una hoja de papel enrollada en su interior.
"A quien pueda interesar", comienza la nota, "este hito y otro similar a 6,5 metros al oeste fueron colocados el 10 de julio de 1959. La distancia de este mojón de piedras al límite del glaciar es de 1,2 metros". "Pedimos a quien pase por aquí", continúa, "que vuelva a medir la distancia y envíe la información a Paul T. Walker, Departamento de Geología, Universidad estatal de Ohio [...] Muchísimas gracias”.Lamentablemente, el científico que dejó aquí este mensaje en 1959, Paul T. Walker, nunca pudo regresar a su despacho de la universidad no seguir sus investigaciones, porque sufrió un ataque de apoplejía semanas después y murió en noviembre de aquel año, con solo 25 años. "Tuvo un problema médico en Ward Hunt", explica Vincent, "y tuvo que ser evacuado. Esta fue una de sus últimas comunicaciones. Es otro detalle increíble".
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