Cuando Daniela Canestrari comenzó a estudiar las poblaciones de aves del norte de León, hace dieciséis años, no estaba estudiando los cucos. Su atención se centraba en las cornejas negras (Corvus corone), un ave de la familia de los córvidos que forma grandes grupos sociales y cooperan entre sí. Pero en el año 2004, casi por casualidad, empezaron a observar algo que no estaba en su plan de trabajo. "Un día nos dimos cuenta de que un gran número de nidos de corneja estaban siendo parasitados por los cucos y, cuando nos pusimos a analizar los datos, nos dimos cuenta de que estos nidos parasitados tenían más probabilidades de llegar a buen término", explica la investigadora de la Universidad de Oviedo.
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