Alejando un iceberg de la plataforma Hibernia. Imagen: National Geographic / Randy Olson
Jerome Baker lleva remolcando icebergs en el Atlántico norte desde 1983. Trabaja como patrón del buque Norseman, frente a las costas de Terranova, y su labor consiste en despejar la zona de bloques de hielo para impedir que impacten contra la plataforma petrolífera Hibernia. Desde el hundimiento del Titanic en estas costas en 1912, Europa y EEUU crearon un organismo, la Patrulla Internacional del Hielo (International Ice Patrol) que vigila día y noche la zona, conocida como el callejón de los icebergs. Si se detecta un trozo de hielo flotante, por pequeño que sea, Baker y sus hombres reciben una llamada de radio y acuden al lugar.
Imagen: Secunda Canada
"El trabajo es parte del peligro", explicaba Baker en un estupendo reportaje de la revista Smithsonian publicado en 2003. Cuando se trata de un iceberg pequeño, basta con sacar un potente chorro de agua y empujarlo hasta un corriente que lo aleje, pero con los bloques más grandes toca rodearlos con un cable y remolcarlos hasta que no representen ningún riesgo para la plataforma. "Nos acercamos a ellos - puede que a unos 30 metros", explica. "El iceberg es como un trozo de cristal, lleno de grietas. Algo podría desprenderse y acercarse en cualquier momento".
Operación de enlazado de un iceberg. Imagen: Reuters/STR New
La operación de enganchar el cable es muy arriesgada, y en más una ocasión algúno de sus hombres se ha puesto en peligro. Emplean una cuerda de más de 1000 metros y 20 centímetros de grosor. El barco tiene 9600 caballos de potencia pero mide apenas 80 metros frente a icebergs que pesan hasta 250.000 toneladas. "Simplemente navegas alrededor del iceberg y vuelves", explica Baker. "Un marinero con un gancho atrapa el otro extremo". Después, enganchan el lazo al barco y comienzan a avanzar, pero más vale mantenerse alejado, porque en ocasiones se desprenden trozos de hielo que generan grandes olas.
"Podemos pasar hasta tres días remolcando un iceberg", contaba el capitán del Norseman. La estrategia para deshacerse de estos grandes pedazos de hielo ha ido mejorando con los años. En la década de 1960, los guardacostas de EEUU esparcían carbón sobre la superficie con la esperanza de que aquello acelerara el deshielo, pero el sistema no funcionaba y el resultado era que los icebergs se daban la vuelta. También se probó con potentes chorros de agua, pero con los gigantes a la deriva es demasiado complicado. Este tipo de operaciones han sido duramente criticadas por la organización ecologista Greenpeace, que advierte de los peligros de establecer plataformas petrolíferas en el Ártico como la de Hibernia, que podrían ocasionar un gran desastre medioambiental.
Más info: Iceberg Wrangler (Smithsonian magazine)