Desde las zonas más al sur de la Península Ibérica hasta los fiordos de Noruega, durante las últimas dos décadas la población de insectos europea ha ido experimentando una serie de cambios sutiles. Poco a poco, las especies más oscuras se han ido desplazando hacia el norte mientras que en el sur se quedaban las más claras. Libélulas típicas del Mediterráneo como Aeshna affinis, y mariposas como la blanca catalana (Pieris mannii) se expandían hacia el norte y aparecían en los campos de Alemania donde nunca habían habitado.
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