Imagen: Dark Snow project
En el verano de 2012 las imágenes del satélite Oceansat-2 hicieron saltar todas las alarmas en el planeta. Según los datos del espectroradiómetro, durante varios días el 97% de la superficie de Groenlandia había empezado a derretirse. La noticia, que no siempre fue bien interpretada por los medios, no indicaba que el hielo del ártico se fuera a deshacer de la noche al día, sino que la parte superficial del territorio groenlandés estaba por primera vez sometida a un proceso de deshielo que afecta habitualmente a un porcentaje mucho menor de la superficie (apenas un 40%) y que podía poner en marcha un mecanismo a gran escala. Los datos movilizaron sobre todo a los científicos que estudian los cambios en el albedo de las zonas árticas (el porcentaje de luz reflejada). Si la nieve superficial se oscurece, por el efecto de la contaminación global, las algas o cualquier otro motivo, aumenta el porcentaje de radiación absorbida y el ritmo de deshielo se acelera. ¿Estaba el albedo detrás de aquel súbito cambio?
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