Pertenezco a esa generación que se vio todas las películas de artes marciales del mundo. Y siempre que terminaba de ver una, salía a la calle y me liaba a puñetazos con todo lo que se movía, y también con lo que estaba quieto (me dejé los nudillos más de una vez con paredes y árboles). Los que vivimos fascinados por Bruce Lee recordamos especialmente uno de sus golpes más característicos, que después he sabido que se llamaba "puñetazo de una pulgada", el golpe seco y certero que Lee asestaba a sus rivales desde muy cerca, con muy poco recorrido. Pero en apenas unos centímetros el movimiento de su puño resultaba letal.
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