Imagine un ave del doble de tamaño del albatros real capaz de volar a una velocidad endemoniada. Algo así debió de ser Pelagornis sandersi, un ave que pobló los acantilados de todo el globo hace 25 millones de años y cuyos restos tenían desconcertados a los paleontólogos. Su cuerpo tenía una masa de entre 15 y 30 kg y sus alas medían hasta 6,4 metros de una punta a la otra cuando estaban desplegadas. Los modelos aerodinámicos manejados hasta ahora indicaban que un ave de estas dimensiones lo tendría difícil, si no imposible, para volar, pues su tamaño sobrepasa de largo el límite teórico. Sin embargo, y a partir del estudio de una serie de huesos de las alas, el cráneo y las patas, el equipo de Daniel T. Ksepka ha realizado un meticuloso estudio y ha descubierto la manera en que pudieron volar estos gigantes.
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