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Si le preguntan a cualquier experto en fisiología animal cuál es la criatura que realiza la mayor hazaña en la naturaleza, el vuelo del ganso índico (Anser indicus) estaría sin duda alguna entre los finalistas. Cada año, estos animales vuelan sobre las cumbres de la cordillera del Himalaya por encima de los 8.000 metros para desplazarse entre India y Nepal, un viaje que desafía los límites físicos de cualquier ave.
Pero, si solo tienen que volar hacia arriba, se preguntará algún lector, ¿dónde está el mérito? La dificultad de alcanzar semejantes altitudes está en primer lugar en la presión atmosférica. A esa distancia el aire es cada vez menos denso y cada aleteo provoca menos empuje, de modo que se requiere muchísima más energía para volar. El segundo problema es la escasez de oxígeno, que llega a descender hasta solo un tercio del oxígeno que podemos encontrar a nivel del mar. Mientras en altitudes bajas respiramos un aire con una concentración del 21% de oxígeno, sobre el Himalaya apenas hay un 7%.
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