Imagen: Martin Terber (Flickr, CC)
Aunque tú no seas consciente de ello, tu cuerpo te está ayudando a pensar y recordar las cosas que haces. En sucesivos experimentos, los neurocientíficos han comprobado que podemos olvidar algo concreto por el mero hecho de atravesar una puerta, o que si nos ponen un poco de bótox en el entrecejo tenemos más dificultad para recuperar determinadas expresiones emocionales. Todo esto sucede porque nuestro cuerpo, y nuestra cara, está reproduciendo de alguna manera lo que sentimos, como cuando sonreímos si nos agrada o nos tensamos si nos causa preocupación.
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