A la caza de invasores en el fin del mundo

25 marzo 2015

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Es un día soleado y apenas sopla el viento en caleta Cierva. A unos 800 metros de la base argentina Primavera, junto al acantilado, se recorta la silueta de tres personas que trabajan agachadas sobre el terreno. A su espalda se divisan también los centenares de icebergs que pueblan esta bahía y que convierten la llegada en zodiak hasta esta base en una pequeña odisea. ¿Qué están haciendo esos tipos en este rincón tan apartado del mundo?

Estamos en el verano antártico y el equipo de Javier Benayas ha viajado hasta aquí con una misión muy especial: acabar con un invasor. No se trata de un esquivo alienígena como en el clásico de John Carpenter, sino una pequeña planta gramínea conocida como pasto hierba de Kentucky (Poa pratensis) que se instaló en este lugar por accidente hace más de 60 años. Pero su presencia no es inofensiva. Como ocurre en otros casos, si la planta se extendiera por esta y otras zonas de la Antártida podría alterar sus delicados ecosistemas de forma irreversible. Lo mejor es cortar por lo sano.

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