En octubre de 2001, apenas tres semanas después de los atentados del 11-S, el humorista Gilbert Gottfried hizo la primera broma pública sobre los ataques a las torres gemelas. En presencia del selecto público del club Friars, en Nueva York, Gottfried dijo que había intentado sacar un billete de avión, pero no había vuelos directos porque tenían que "hacer primero una parada en el Empire State Building". La gente respondió con abucheos y gritos de "¡Demasiado pronto!" y el humorista tuvo que cambiar precipitadamente de tema. Unos años después, tras el destructivo tsunami de Japón en 2011, Gottfried fue también criticado por tuitear algunos chistes sobre la tragedia. "En Japón son realmente avanzados", escribió unas horas después del terremoto. "Ellos no van a la playa, la playa viene a ellos".
¿Había elegido Gottfried un tema tabú, sobre el que es imposible bromear, o es que no había esperado el tiempo suficiente para que la gente pudiera reírse del tema? El psicólogo Peter McGraw lleva años investigando qué es lo que diferencia una broma graciosa de un comentario ofensivo. Lo que demuestran sus estudios es que la máxima establecida por Mark Twain de que "el humor es igual a tragedia más tiempo" se cumple a menudo. Cualquier evento catastrófico, ya sea un terremoto, una guerra o una matanza, puede terminar siendo objeto de chiste una vez que hemos establecido suficiente distancia respecto a los hechos. Pero, ¿cuánto tiempo?
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Lo que dice la ciencia sobre los "límites" del humor
29 junio 2015
Escrito por Aberrón a las 8:00 | 0 comentarios »